Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida.Proverbios 31:12.
Lectura: Proverbios
31:10-31. Versículo del día: Proverbios
31:12.
MEDITACIÓN DIARIA
Considero que nosotras
las mujeres casadas no nos cansaremos de esta lectura. ¡Es que hay tanto por
aprender aquí! ¡Cómo quisiéramos ser esa mujer ejemplar! La mujer que dice amar
a Dios también debe amar a su esposo y ser ayuda idónea para él, como Dios
quiso que fuera desde el momento de su creación. Fijémonos que es “fuente de
bien, no de mal, todos los días de su vida”. No es porque hoy estoy de ‘buenas
pulgas’, pero mañana quizá no. O le seré
de bien, ‘dependiendo del día y del ánimo con el que amanezca’. Así no es como
Dios quiere que obremos. Dios espera siempre lo mejor y estamos llamadas a
ofrecerle lo mejor.
Dice la Biblia que el
hombre es cabeza de la mujer como Cristo lo es de su Iglesia. Por lo tanto, así
como la Iglesia se somete a Cristo, la mujer debe someterse a su esposo.
Siempre he dicho y explicado que este sometimiento no es esclavitud. Es el
sometimiento basado en el amor mismo que su esposo le profesa. Las mujeres no
debemos ver este sometimiento como pensando que nos tenemos que rebajar o
menospreciar; es simplemente actuar en la relación, bajo el papel que nos
corresponde. Estamos leyendo Proverbios 31 de donde podemos concluir que el
marido antes de querer manipular a su esposa, le da completa libertad para que
desempeñe sus funciones como bien le parezca. Ella es hábil administradora: compra
campos y los pone a producir; es decidida para el trabajo; misericordiosa con
los pobres. Su esposo respetado y admirado por la comunidad porque todos saben
lo que él significa para ella y lo hace sentir bien. Lo trata como a rey y él a
ella, como reina. En todo lo que habla esta lectura, personalmente no veo nada
de esclavitud ni de subyugación. Es diferente someter a subyugar. Yo me somete
porque acepto esa autoridad. Y al final tiene su recompensa: “Sus hijos se
levantan y la felicitan; también su esposo la alaba: Muchas mujeres han
realizado proezas, pero tú las superas a todas” (v. 29).
Amado Dios y Señor mío:
Enséñanos a ver nuestro papel de mujer como Tú lo diseñaste. Queremos ser
mujeres ejemplares que demos testimonio con nuestra vida como esposas, madres y
administradoras del hogar. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.