¡Escuchen! El brazo del
Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído demasiado sordo para
no oír su clamor.
Isaías. 59:1. NTV.
Lectura: Isaías
59:1-21. Versículo del día: Isaías 59:1.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Qué capítulo tan hermoso
de Isaías! El Señor habla sobre Israel su pueblo, pero pareciese que fuese para
los gentiles en este tiempo. Sí; todo lo descrito es tal como lo que estamos
viviendo a nivel mundial actualmente. Miremos algunos versículos:
“Son sus pecados los que
los han separado de Dios” (v. 2). Sus manos son manos de asesinos; sus labios,
llenos de mentiras y su boca vomita corrupción (v. 3). “Todo lo que hacen está
lleno de pecado, y la violencia es su sello característico”; “Sus pies corren
para hacer lo malo… Solo piensan en pecar” (vv. 6 y 7). Así es; el pecado ronda
hoy de la misma manera que sucedió con Israel. Sin embargo, el Señor viene en
rescate. “¡Escuchen! El brazo del Señor no es demasiado débil para no
salvarlos, ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor”. “Buscamos la
justicia, pero nunca llega; buscamos el rescate, pero está muy lejos de
nosotros. Pues nuestros pecados se han acumulado ante Dios. Así es, sabemos muy
bien lo pecadores que somos (vv. 11-12).
Pero la misericordia del
Señor no se hace esperar. Su fidelidad jamás se agota: “El Redentor vendrá a
Jerusalén para rescatar en Israel a los que se hayan apartado de sus pecados, dice
el Señor. Y este es mi pacto con ellos—dice el Señor—. Mi Espíritu no los
dejará, ni tampoco estas palabras que les he dado. Estarán en sus labios y en
los labios de sus hijos, y de los hijos de sus hijos, para siempre. ¡Yo, el
Señor, he hablado!” (vv. 20-21). Promesa que es también para su Iglesia y esta
promesa nos debe de animar; promesa que va para nuestros hijos y nietos.
Amado Señor: También
reconocemos que vivimos en un mundo caótico en donde sólo se piensa en pecar y
no se te tiene ningún temor. Tu pueblo se ha desviado y simplemente busca una
religiosidad, pero no exactamente a Ti. Pero gracias, muchas gracias mi Señor
porque igual vienes en rescate de los alejados, de los perdidos y aun de todos
nosotros que no sabemos responderte como lo mereces. Gracias mi Redentor y
Señor por venir a rescatarnos.
Un abrazo y bendiciones.