—Señor—dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará.
Mateo 8:8. NTV.
Lectura: Mateo
8:5-13. Versículo del día: Mateo 8:8.
REFLEXIÓN
El Señor se quedó
admirado de la fe del centurión. Muy bien sabía él que solo bastaba con que el
Señor diera la orden estuviera donde estuviera y el siervo se sanaría. Él como
hombre en autoridad cuando daba una orden, se cumplía; pero al igual también
sabía lo que era recibir órdenes de un superior. No solo es de admirar su
confianza en el Señor; también su humildad para entender que estaba frente al
Dios Poderoso, capaz de calmar vientos y tempestades; de sanar enfermos e incluso
echar fuera demonios. Un hombre de fe como no había encontrado Jesús ni siquiera
uno en Israel. ¿Hasta dónde llega tu margen de fe en Jesús tu Salvador? ¿Sabes
que Él puede levantarte de ese mal que te aqueja estés donde estés?
Amado Señor Jesús:
gracias porque a veces no necesitamos sino solamente un granito de fe para
entender que de ahí puedes obrar maravillas en nuestras vidas. Gracias por
mirar en el Centurión a cada uno de los gentiles que también andan buscándote
para sentirse liberados de las cargas que los agobian. Permite que nuestra fe
vaya cargada de humildad para reconocerte como el Dios Todopoderoso que hasta
la naturaleza obedece y honra. Gracias porque para Ti, ya no existen judíos ni
griegos, todos estamos en el mismo rango en el que nos ves con ojos de compasión
y amor. Permite que nuestra fe vaya creciendo hasta formar un árbol frondoso
donde otros puedan venir a descansar y acercarse igualmente a tus pies. ¡Te
amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.