Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.Salmo 100:4.
Lectura: Salmo
100:1-5. Versículo del día: Salmo 100:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Un año que termina y muy
seguramente al comienzo hubo promesas, metas y propósitos que es el momento de
revaluar. Algunas habrán podido culminar
con éxito, otras se quedaron en el camino y otras muchas, quizá no tuvieron eco
durante el lapso. Pero se olvida que en medio de vicisitudes diferentes hubo alegrías como tristezas y Dios manda darle
gracias tanto por lo bueno como por la malo que haya sucedido: “den gracias a
Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”
(1 Tesalonicenses 5:18).
¿Por qué hay que darle
gracias a Dios? “Porque el Señor es
bueno y su gran amor es eterno; su fidelidad permanece para siempre” (v. 5 en
la lectura). Orar es hablar con Dios y la adoración hace parte de la oración.
En medio de la alabanza debe regocijarse el corazón y cantar todas sus
maravillas (Salmo 9:1). La maravilla principal es que se está vivo y
precisamente se tiene la capacidad de pensar, hablar y reflexionar.
“¡Cuánto te amo, Señor, fuerza mía! El Señor
es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio.
Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!”; “¿Quién es Dios,
si no el Señor? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?” (Salmo 18:1-2 y 31).
Amado Señor: Mucha
gracias por los beneficios recibidos en este año. Gracias por las satisfacciones
con las que inundaste nuestras vidas y también por las tormentas difíciles
porque allí también vimos tu mano poderosa levantarse y rescatarnos de las
aguas turbias. Tú eres nuestro Dios y Salvador; el Dios que nos consuela y
llena de esperanza. ¡A Ti, te damos las
gracias porque sin Ti nada hubiésemos podido realizar! Toda la honra y gloria
de lo que somos son exclusivamente para el Dios que nos ama y nos lleva de su
mano. ¡Muchas gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.