Manda a los israelitas que te traigan aceite puro de olivas prensadas, para la iluminación del santuario. Así las lámparas se mantendrán siempre encendidas.Levítico 24:2.
Lectura: Levítico 24:1-4.
Versículo del día: Levítico 24:2.
MEDITACIÓN DIARIA
En el antiguo Testamento eran importantes los objetos tales
como el templo, las lámparas, etc. Con
la muerte del Señor vemos que el velo del templo se rasgó, permitiendo el
acceso directo a su presencia. Ahora
nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16), y debemos
mantener prendida la llama que alumbre nuestras vidas. Somos la luz del mundo (Mateo 5:14); no
podemos esconder el fuego; al contrario, llevarlo bien en alto para permitirle
resplandecer e iluminar sobre una inmensa extensión. Cuando hacemos su voluntad, le estamos
honrando y por consiguiente, estamos prendiendo el fuego para irradiar.
Pidámosle a Dios, que siempre seamos transportadores de su
luz y que ésta destelle por doquier,
llevando calor y abrigo a quienes lo necesiten: “Para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de
una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en
el firmamento, manteniendo en alto la palabra de vida” (Filipenses 2:15-16).
Amado Señor: Enséñanos a ser auténticos portadores de la luz
verdadera; que brillemos siempre con albor propio y los demás puedan ver en
nosotros la diferencia entre lo oscuro y lo claro.
Un abrazo y bendiciones.