Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada; pero no te das cuenta de que el infeliz y miserable, el pobre, ciego y desnudo eres tú.Apocalipsis 3:17.
Lectura: Apocalipsis
3:14-22. Versículo del día: Apocalipsis
3:17.
MEDITACIÓN DIARIA
La plata no puede
comprar la salud, el bienestar ni mucho menos la salvación. No es que el dinero sea malo si se sabe usar
correctamente; pero existen ricos que se consideran dioses por tenerlo todo, o
lo que ellos consideran ‘su todo’.
¿Cuántos casos no vemos de hombres y mujeres pudientes, con fama y
aparentemente felices pero que han terminado sus vidas con un suicidio? ¿Por qué?
Porque su corazón está vacío; porque por más que saquen pecho ufanándose
de su fortuna y nombre, no son sino pobres miserables que tapan su soledad y
vana vida, con lo material.
Entonces ¿cuál es la
solución para esta gente? Dos cosas deja
el Señor en el resto de la lectura, un consejo y una invitación: “Por eso te
aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico;
ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio
para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista” (v. 18). Hay que atesorar riqueza pero para el cielo
comprando el oro refinado, las ropas blancas y el colirio que nos ofrece el
Señor. Únicamente cuando nos engalanamos
para Él, podemos ver claramente la riqueza inundada de sus bendiciones en todas
las áreas de nuestra vida. Por lo mismo,
no hay que desaprovechar la invitación que hace: “Mira que estoy a la puerta y
llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él
conmigo” (v. 20 en la lectura).
¿Estás cansado de la
rutina, el desenfreno, la violencia, la corrupción, la soledad y la
indiferencia? Te sugiero que aceptes el
consejo y la invitación del Señor Jesús; si es tu deseo te puedo guiar con una
oración. Oremos:
Señor Jesucristo: Yo te
necesito, te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi Señor y Salvador.
Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Abre mis ojos Señor, para que reconozca tu
grandeza y poder. Quiero vestirme con ropas blancas y relucientes de ahora en
adelante y empezar a cosechar tesoros en el cielo. Gracias Señor, amén.
Un abrazo y
bendiciones.