Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.Apocalipsis 1:8.
Lectura: Apocalipsis 1:1-20. Versículo del día: Apocalipsis
1:8.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor se le revela a
Juan en la isla de Patmos para mostrar lo que tiene que suceder. Juan compartió con el Señor y estuvo a su
lado incluso, en los momentos de su agonía en la cruz; fue testigo de sus obras
y ministerio aquí en la tierra y el discípulo amado de Jesús. En su visión
escribe a las siete iglesias de parte del Señor, reconociendo su poderío y
majestad: “Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros
pecados, al que ha hecho de nosotros un
reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por
los siglos de los siglos! Amén” (vv. 5-6).
Juan no solamente anuncia la gran
tribulación, sino que también habla explícitamente del regreso del Señor Jesús:
“¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso
quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la
tierra. ¡Así será! Amén” (v. 7).
Me fascina leer el Libro del Apocalipsis. Sé que está lleno de sucesos trágicos por los
que el mundo pasará, pero encuentro un deleite especial cuando nuevamente
recuerdo que mi Señor volverá a la
tierra. Cuando afirma que Él es el principio y el fin. Cuando leo que voy a ser parte de la Nueva Jerusalén
que estará ataviada como hermosa novia para su prometido; que mi buen Señor
siempre estará a mi lado y si llegase a llorar, mi Amado mismo me enjugará toda
lágrima que brote de mis ojos. Sé también
que caminaré por calles de oro, adornadas con toda clase de piedras preciosas
(Apocalipsis 21). Aparte de todo esto,
se me cataloga como dichosa, como bienaventurada, por leer este mensaje
profético, porque dice el versículo que el tiempo está cerca (v. 3 en la
lectura). Y yo personalmente creo que sí está muy cerca; es mi apreciación y como
novia me uno al Espíritu para decir: “¡Ven!”; “¡Ven Señor Jesús!” (Apocalipsis
22:17 y 20b).
Mi Amado Señor: No sé
si será egoísmo de mi parte por los que no te conocen, pero anhelo tanto ese
momento que deseo que se cumpla cuanto antes.
Como te lo dije una vez: ‘espero gozosa ese nuevo amanecer en que tu vengas
y me vaya contigo’. ¡Ven pronto Señor
Jesús! ¡Tu novia te espera
ardientemente!
Un abrazo y
bendiciones.
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