Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos como en los días de fiesta.Sofonías 3:17.
Lectura diaria: Sofonías 3:14-19. Versículo para destacar: Sofonías 3:17.
ENSEÑANZA
Este es el Dios victorioso, el Dios de salvación que tenemos: “¡Lanza gritos de alegría, hija de Sión! ¡Da gritos de victoria, Israel! ¡Regocíjate y alégrate de todo corazón, hijas de Jerusalén!” (v. 14). Dios ha redimido a su pueblo, ha retirado las sentencias que lanzaban sobre él. Ya no hay nada que temer; las tristezas y deshonras quedarán atrás; como a la maltratada y violada el Señor recogerá porque: “Con amor eterno te he amado; por eso te sigo con fidelidad” (Jer. 31.3). Su amor es inmutable, nunca cambiará. Al contrario, cada día se deleitará con gozo y nos renovará su amor, su misericordia es inigualable; está listo para perdonar.
“Está en medio de ti”. ¡Qué palabras tan hermosas! Si hemos pensado y reflexionado sobre lo que significa que el Dios mismo, el Altísimo y Omnipotente, se encuentre a nuestro lado, resguardándonos como guerrero victorioso, porque bien lo sabe Él que somos débiles; flaqueamos, pero es tan grande su amor que no importa si vamos cojeando e incluso si llegáramos a alejarnos (v. 19), porque nos volverá a atraer con brazos amorosos, nos llevará al desierto y hablará con ternura (Os. 2:14). Está en medio porque aún no estamos preparados para enfrentar al enemigo. Pero el Dios de Israel, el Padre celestial, no nos dejará ni por un momento solos, y si Él está con nosotros, ¿quién podrá estar en contra? (Ro. 8:3). El Señor nunca nos dejará; somos su iglesia, su novia amada, atraída hacia sus brazos y restaurada. No tenemos por qué temer ni al presente ni al futuro; las vicisitudes, se tornan pasajeras a su lado. El futuro es incierto ante el mundo pero para el creyente, el cristiano renovado con su sangre, la vida nuestra tiene valor porque el Señor está ahí. Aprendamos a regocijarnos en su presencia y démosle gracias por su bondad y amor que no merecemos.
Si es tu interés conocer al Dios amoroso, al que pacientemente espera por ti, te puedo sugerir una oración como ésta:
Amado Dios, gracias por enseñarme de tu amor. Gracias por saber que me amas a pesar de ser como soy. Gracias Jesús por venir a morir en mi lugar; perdona mis pecados y toma el control del trono que hasta ahora yo manejo a mi manera. Cámbiame Señor y haz de mí la persona que quieres que yo sea. Gracias por saber que ahora no me encuentro solo porque estás ahí, en medio, cuidándome y llevándome de tu mano. Amén.
Un abrazo y bendiciones.