Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que le oían quedaban asombrados, y preguntaban: ¿No es este el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre? ¿Y no ha venido aquí para llevárselos presos y entregarlos a los jefes de los sacerdotes?
Hechos 9:19-21. NVI.
Lectura: Hechos 9:
19-31. Versículos del día: Hechos
9:19-21.
MEDITACIÓN DIARIA
Solo Dios puede cambiar
el corazón de una persona como lo hizo con Saulo. Con frecuencia oímos frases
como ‘¡qué va a cambiar! o ‘genio y figura hasta la sepultura’; pero no. Así
sea el más grande pecador, Dios puede transformar su vida e incluso utilizarlo
para su obra como lo hizo con Saulo.
En la lectura vemos que
había recelo de parte de los apóstoles no solamente de los que se encontraban
en Damasco sino también los de Jerusalén. Pablo cuando por intermedio de
Bernabé se reunió con ellos, les explicó en detalle cómo en el camino a
Damasco, el Señor se le había aparecido y le había hablado; e incluso cómo
predicó con libertad en Damasco en el nombre de Jesús. (vv. 26-28).
Siempre he admirado el
denuedo de Pablo para transmitir el mensaje de las buenas nuevas. Creo que lo
único indispensable, es la actitud del corazón y dejarse guiar por el Espíritu
Santo.
Amado Señor Jesús:
¡qué bonito sería seguir el ejemplo de Pablo! Tal vez, muchos llegarían a
conocerte y nosotros tendríamos la satisfacción del deber cumplido. Señor, toma
esta petición en tus manos y enséñanos a llevar con libertad tu bendito
Evangelio. Seguro que, entre la multitud, los hay quienes tienen vacío su
corazón y solamente Tú puedes saciarlos. ¡Te alabamos Señor Poderoso!
Un abrazo y bendiciones.