El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura? ¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?Isaías 58:6-7.
Lectura: Isaías
58:1-11. Versículos del día: Isaías
58:6-7.
MEDITACIÓN DIARIA
Aquí el Señor le está
hablando a su pueblo Israel, pero se puede aplicar también ahora, para los de
su iglesia. Con frecuencia se escuchan quejas y lamentos porque el Señor no
contesta las peticiones y miremos lo que el Señor dice: “Porque día tras día me
buscan, y desean conocer mis caminos, como si fueran una nación que practicara
la justicia, como si no hubieran abandonado mis mandamientos. Me piden
decisiones justas, y desean acercarse a mí, y hasta me reclaman: ¿Para qué
ayunamos, si no lo tomas en cuenta? ¿Para qué nos afligimos, si tú no lo
notas?” (vv. 2-3). Exactamente actuamos.
Para Dios es mucho más
importante nuestro propio testimonio que estar delante de Él dándonos golpes de
pecho pero con un corazón prepotente, orgulloso e injusto. Las iglesias están
llenas de personas que supuestamente han conocido al Señor Jesucristo, pero
infortunadamente la decisión se ha tomado vagamente y simplemente se cambió el
ir a la iglesia tradicional por ir a una cristiana. Mientras no haya una
conversión sincera que demuestre con frutos positivos un testimonio vivo, no
podemos pedir nada a cambio. Podemos estar todos los días en la iglesia; sin embargo,
el amor, el perdón o la reconciliación no se ven por ningún lado. Entonces,
¿dónde está nuestra fe? ¿Quién mora en verdad en el centro de nuestro corazón?
¿Nuestro ego, nuestro dedo acusador, el yugo de opresión o la lengua maliciosa?(v. 9b).
El Señor nos exhorta a
dejar a un lado todo esto que nos ata y no nos permite avanzar, para
luego sí, ver sus respuestas en nuestras vidas: “Llamarás, y el Señor
responderá; pedirás ayuda, y él dirá: ‘¡Aquí estoy!’”; “entonces brillará tu
luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche” (v. 9a y 10b).
Busquemos el ayuno escogido por Dios.
Amado Señor: Perdónanos
porque no somos auténticos en tu caminar. Enséñanos a ver que para ti son más
importante el amor y la misericordia que los sacrificios que hagamos. Queremos
presentarnos ante ti, con un corazón sincero y transparente.
Un abrazo y
bendiciones.