domingo, 31 de mayo de 2015

Nuestra relación diaria con Dios arraiga la confianza en Él




Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal? 
Salmo 56:3-4.


Lectura: Salo 56:1-13.  Versículos del día: Salmo 56:3-4.

MEDITACIÓN DIARIA

En la rutina diaria de la vida no necesitamos contender con alguien e incluso a veces ni siquiera cruzarnos palabra alguna, para de un momento a otro encontrarnos frente a un problema. Hay enemigos que se ganan a priori: sin buscarlos. Los cristianos, tenemos a un Dios que combate por nosotros. Al rey David desde joven por su aspecto físico, su fortaleza, su talento y más tarde su posición como rey, le sobraron enemigos. Sin embargo, a pesar de caer y pecar como todos los humanos, también tenía una relación con Dios innegable. Era sincero; su corazón era un libro abierto para Él y a pesar de las vicisitudes que afrontaba, su temple estaba basado en la confianza absoluta en su Dios.
Considero que nuestra relación íntima con el Señor y el hábito de la oración diaria y constante con Él, van creando y afianzando una confianza tal, que dan seguridad al enfrentarnos al que nos hace mal. Entreguémosle al Señor todo aquello que nos esté intranquilizando y robándonos la paz.  Sea en el trabajo, en el estudio o un vecino quizá,  no entremos en zozobra ni nos perturbemos a causa de otros, porque eso es lo que desea nuestro enemigo mayor: el diablo. Tenemos a un Dios que aboga por nosotros y se enfrenta a cualquiera que desee hacernos daño. Volteemos hacia Él los ojos y repitamos firmemente: “confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?”. El Señor actuará y seguiremos en su presencia caminando en su luz (v.13).

Amado Señor: Gracias por estar siempre a nuestro lado acompañándonos. Gracias porque tu grandeza se afianza mucho más cuando las pruebas también lo son. Estamos en tus manos y contigo el miedo y el temor no tienen cabida porque eres Tú mismo quien guerreas por nosotros. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 30 de mayo de 2015

Dignos de presentarnos ante ti




Pero su señor le contestó: ¡Siervo malo y perezoso! ¿Así que sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido?  Pues debías haber depositado mi dinero en el banco, para que a mi regreso lo hubiera recibido con intereses. 
Mateo 25:26-27.


Lectura: Mateo 25:14-30.  Versículos del día: Mateo 25:26-27.

MEDITACIÓN DIARIA

Siempre he tomado este pasaje como los talentos que el Señor le ha dado a cada uno y después nos pedirá cuentas de lo hecho. Sin embargo, creo que especialmente también se refiere a la obra hecha como siervos del Señor que somos. ¿Será que si estamos preparados para recibir un gran galardón cuando nos encontremos con el Señor? ¿Hemos explotado todos nuestros talentos para llevar el mensaje de salvación?  ¿Si hemos sido fieles al Señor? “¿Quién es el siervo fiel y prudente a quien su señor ha dejado encargado de los sirvientes para darles la comida a su debido tiempo?  Dichoso el siervo cuando su señor, al regresar, lo encuentra cumpliendo con su deber” (Mateo 24:45-46).
El Señor como Amo nuestro, nos va a pedir cuentas; de eso no hay la menor duda. Meditemos en esta parábola y pidámosle al Espíritu Santo que nos muestre si estamos fallando en algo, para entonces pedir su dirección y tomar el rumbo debido. Busquemos presentarnos dignos ante nuestro Amo, Señor y Dios.

Amado Señor: queremos ser diligentes en tu obra. Enséñanos a perseverar sin cansancio, buscando siempre llegar a las necesidades más apremiantes de nuestro prójimo, especialmente llevando el mensaje de las Buenas Nuevas que conocemos, para que ellos también encuentren paz, consuelo y bienestar en sus vidas. Gracias Señor por la confianza que has depositado en nosotros; no queremos defraudarte; deseamos llegar a la meta como obreros fieles y dignos de la tarea encomendada.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 29 de mayo de 2015

Bendecir, es la orden dada



Se me ha ordenado bendecir, y si eso es lo que Dios quiere, yo no puedo hacer otra cosa. 
Números 23:20.


Lectura: Números 23:1-24.  Versículo del día: Números 23:20.

MEDITACIÓN DIARIA

Para tener muy en cuenta lo que demanda esta Escritura. He leído muchas veces el versículo de hoy y no me canso de ello, porque así como a Balan (sacerdote pagano) Dios le dio la orden de cambiar la maldición de Balac (rey de Moab) por bendición, de igual modo a nosotros también se nos ordena bendecir; pero no solamente a los que nos hacen bien. El Señor Jesús mismo nos lo mandó: “Pero a ustedes que me escuchan les digo: Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los maldicen, oren por quienes los maltratan” (Lucas 6:27-28).
Meditemos y pensemos a quiénes les deseamos bien. Quizá estamos muy acostumbrados a decir por decir: ‘Dios te bendiga’; pero cuando alguien nos hace daño, ¿será que también pronunciamos una bendición?  O nos vamos lanza en ristre sobre esa persona y ahí sí nos acordamos de lo que dicen los Salmos, como cuando David  pedía a Dios que  destruyera a sus enemigos, sin tener en cuenta que el Señor cambió la ley del Talión por la ley de amar al prójimo (Mateo 5:38-42). Recordemos: Se nos ha ordenado bendecir y si eso es lo que Dios quiere, no podemos hacer otra cosa.

Amado Señor: Gracias por la nueva orden que nos has dado de bendecir en cualquier ocasión que se nos presente, sea amigo o enemigo. Queremos cumplir tu voluntad; aprender a obedecerte y complacerte en dar testimonio con nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.