Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?Salmo 56:3-4.
Lectura: Salo
56:1-13. Versículos del día: Salmo
56:3-4.
MEDITACIÓN DIARIA
En la rutina diaria de
la vida no necesitamos contender con alguien e incluso a veces ni siquiera cruzarnos
palabra alguna, para de un momento a otro encontrarnos frente a un problema.
Hay enemigos que se ganan a priori: sin buscarlos. Los cristianos, tenemos a un
Dios que combate por nosotros. Al rey David desde joven por su aspecto físico,
su fortaleza, su talento y más tarde su posición como rey, le sobraron enemigos.
Sin embargo, a pesar de caer y pecar como todos los humanos, también tenía una
relación con Dios innegable. Era sincero; su corazón era un libro abierto para
Él y a pesar de las vicisitudes que afrontaba, su temple estaba basado en la
confianza absoluta en su Dios.
Considero que nuestra
relación íntima con el Señor y el hábito de la oración diaria y constante con
Él, van creando y afianzando una confianza tal, que dan seguridad al
enfrentarnos al que nos hace mal. Entreguémosle al Señor todo aquello que nos
esté intranquilizando y robándonos la paz.
Sea en el trabajo, en el estudio o un vecino quizá, no entremos en zozobra ni nos perturbemos a
causa de otros, porque eso es lo que desea nuestro enemigo mayor: el diablo.
Tenemos a un Dios que aboga por nosotros y se enfrenta a cualquiera que desee
hacernos daño. Volteemos hacia Él los ojos y repitamos firmemente: “confío en
Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?”. El Señor actuará
y seguiremos en su presencia caminando en su luz (v.13).
Amado Señor: Gracias
por estar siempre a nuestro lado acompañándonos. Gracias porque tu grandeza se
afianza mucho más cuando las pruebas también lo son. Estamos en tus manos y
contigo el miedo y el temor no tienen cabida porque eres Tú mismo quien
guerreas por nosotros. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.