Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: —¡Hosanna al Hijo de David! —¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! —¡Hosanna en las alturas!Mateo 21:9.
Lectura: Mateo 21:1-17. Versículo del día: Mateo 21:9.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús había dicho que
nadie es profeta en su tierra (Mateo 13:57) y sin embargo tuvo que regresar a
Jerusalén para cumplir la voluntad del Padre. La gente de Jerusalén lo recibió
como se recibía a los reyes en aquel tiempo: tendieron sus mantos y pusieron
palmas sobre el camino y a la vez lo aclamaban gritándole: “Hosanna”. Muchos ni lo conocían y preguntaban “¿quién es
este? Éste es el profeta Jesús, de
Nazaret de Galilea” les respondían (vv. 10-11). Esta fue la entrada
triunfal a Jerusalén. Mientras tanto los sacerdotes y eruditos de la ley,
celosos en cuanto a su judaísmo, buscaban la manera de matarlo porque ya eran
muchos los sanados y hasta los niños también lo enaltecían (vv. 15-16).
Sí, el Rey de reyes estaba
entrando a su ciudad. Quizá hoy es el día en que también quiere entrar a la
Jerusalén tuya; desea ser tu Rey y sentarse en el trono de tu vida. Tiéndele el
manto de tu corazón; permite que entre en tu hogar, en tu trabajo, en tus
quehaceres rutinarios, en tus alegrías y tristezas. Ábrele la puerta para que
puedas ver sus maravillas. Dile sinceramente así:
Señor Jesús: Ven a la Jerusalén
de mi vida. Hoy te proclamo como Rey y Señor. Perdona mis pecados y hazme la
persona que deseas que yo sea. Gracias por venir a convivir conmigo; gracias
por hacerme una nueva persona; gracias porque lo primero que has hecho es sanar
mi corazón. Hoy también jubiloso grito: ¡Bendito el que vine en nombre del
Señor! ¡Hosanna a ti buen Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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