El Señor te bendiga y te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz.Números 6:24-26.
Lectura: Números
6:22-27. Versículos del día: Números
6:24-26.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la llamada: ‘Bendición
sacerdotal’. Los versículos anteriores dicen: “El Señor le ordenó a Moisés: Diles
a Aarón y a sus hijos que impartan la bendición a los israelitas con estas
palabras:” (vv. 22-23). Si nos damos cuenta, lo dice el mismo Señor y Dios, el
Gran Yo Soy; o sea que proviene directamente de su boca y lo repite en cada uno
de los versículos: Señor, Jehová, Yahveh, como esté escrito en las
traducciones. Entonces, ¿cuál bendición puede ser más grande que la impartida
directamente por nuestro Dios? Yo creo que esta bendición sobrepasa a todas las
demás si nos damos cuenta de su procedencia. Es la bendición de bendiciones y
lo que Dios desea va muchísimo más allá de lo que podemos imaginar. Es que
encierra tanta dicha no solamente en el área material como muchos creerán; sino
también en el área física y especialmente en la espiritual. Es la misma
presencia de Dios en nuestras vidas la que nos está resguardando de todo mal.
Es el Gran Yo Soy resplandeciendo, mirándonos con agrado; el que nos llama: ‘buen
siervo’ y nos ama como a la niña de sus ojos; es el mismo Señor que se complace
de tal manera que en nosotros brilla su luz y amorosamente nos brinda todo su
apoyo para aceptar nuestras peticiones y rodearnos de su paz. La paz que abarca
completamente nuestro ser y sobrepasa todo entendimiento.
Quizá en muchísimas
ocasiones la hemos recitado o escrito deseándosela a alguien pero solamente
como algo rutinario sin tener en cuenta su profundidad. De ahora en adelante
cuando la pronunciemos seamos sensatos que esta no es solamente un buen decir;
que es todo lo que Dios está dispuesto a entregar a cada uno de los que se
acercan a Él. Esta es la bendición amorosa de Papá Dios.
No la considero
exclusiva de pastores o líderes espirituales; pienso que incluye a cualquier
persona que desee dársela a un familiar, amigo, conocido o hermano en la fe. Y
muy consciente de esto, ahora yo se la regalo a todos ustedes que me siguen:
El Señor te bendiga y
te guarde; el Señor te mire con agrado y te extienda su amor; el Señor te muestre su favor y te conceda la paz.
Un abrazo lleno de
miles de bendiciones de parte de nuestro buen Dios.
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