Al llegar el séptimo día, Dios descansó porque había terminado la obra que había emprendido.
Génesis 2:2.
Lectura: Génesis
2:1-4. Versículo del día: Génesis 2:2.
MEDITACIÓN DIARIA
El descanso va
relacionado con el trabajo y por consiguiente el trabajo no es el fin, es el
medio que Dios nos da para subsistir pero es necesario hacer las cosas como
Dios nos manda. Creo que Dios después de crear su universo descansó el séptimo
día para enseñarnos a nosotros a hacer lo mismo, no porque Él estuviera
agotado, no; porque Él es Dios. El Señor bendijo y consagró el día de reposo
(Éxodo 20:11), (Deuteronomio 5:12-15), primero para que nos acordemos de honrar
al Señor y segundo para descansar del trabajo de la semana.
Ahora por otro lado
está el descanso nocturno: “En paz me acuesto y me duermo, porque solo tú,
Señor, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8). Hay que ir a la cama en paz todos
los días. Por eso es indispensable que el sol no se ponga sobre nuestro enojo
(Efesios 4:26); esto es acostarse en paz con Dios y con los que nos rodean. Hay
que tomar el descanso nocturno como debe ser. El sueño es reparador de fuerzas
y si el cuerpo ha trabajado durante el día es necesario darle el reposo
adecuado con la seguridad que tenemos en Dios, quien nos está guardando también
mientras dormimos. Él nos permite un dormir profundo dejando las preocupaciones
atrás y confiando en que cada día trae su propio afán (Mateo 6:34). “Puedes irte a dormir sin miedo; te acostarás
y dormirás profundamente” (Proverbios 3:24 NTV).
Aprendamos lo valioso del
descanso y hagamos todas las cosas como deben ser: “decentemente y con orden”.
De ahí que no podemos cambiar trabajo por dinero, ni distracción por sueño.
Amado Señor: Gracias
porque nos enseñas la importancia del descanso para nuestro cuerpo y porque
esto hace parte del cuidado que le debemos. Gracias porque es un mandato tuyo
el descansar un día a la semana no solo para honrarte como lo mereces, sino
también para darle sosiego al cuerpo. Además nos instruyes sobre lo
indispensable que es ir a la cama con el deseo de reposar del trajín diario.
¡Bendito eres Señor! ¡No se te olvidó el más mínimo detalle sobre lo que nos
hace bien!
Un abrazo y
bendiciones.