lunes, 3 de abril de 2017

No tenemos palabras para responderte

¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno? ¡Me tapo la boca con la mano! Hablé una vez, y no voy a responder; hablé otra vez, y no voy a insistir. 
Job 40:4-5.

Lectura: Job 39:1-Job 40:5. Versículos del día: Job 40:4-5.

MEDITACIÓN DIARIA

Quizá al pasar por desiertos difíciles nos sucede igual que a Job: los amigos  nos cuestionan y a la vez cuestionan a Dios y hasta él mismo, llega en un momento dado a hacerlo o a maldecir el día en que nació (Job 3:1-3). Sin embargo Dios observa todo aquello que se nos atraviesa y tiene en cuenta hasta dónde llega nuestra integridad y confianza en Él. La manera como el Señor hace recapacitar tanto a Job como a los que estaban a su lado nos muestra aún más su grandeza, poderío, sabiduría y majestad. La serie de preguntas que le hace, no tienen respuesta  de parte de Job ni de sus amigos y nuestra tampoco.
Creo que llega un momento en medio de la desolación, la tristeza, el enojo y la impotencia ante las aflicciones, que nos quebrantamos sinceramente ante Dios. Lloramos y le hablamos con el corazón en la mano y Dios responde amorosamente a nuestro dolor. Reconocemos que al lado de Él no somos nada ni nadie y que no podemos frustrar ninguno de sus planes (Job 42:2). Se hace tan evidente su poder y gloria que  también podemos decir: “De oídas había oído hablar de ti, pero ahora te veo con mis propios ojos” (Job 42:5). Sí lo vemos con los ojos que el Espíritu Santo nos permite discernirlo.
Es hora de levantarnos y darle gracias a Dios por esas dificultades porque si no fueran por ellas no podríamos conocerle como lo que es, ni podríamos ver su poder y gloria obrando en nuestras vidas. No tenemos palabras para responderle al Señor.

Gracias buen Dios por los desiertos que hemos tenido que cruzar. Gracias porque en medio de ellos nos has permitido contemplar más tu esencia; entender mejor el hecho de que eres un Dios santo y que somos nada más hombres pecadores. Gracias porque a pesar de saberlo, Tú, nos aceptas como tal; nos perdonas, nos restauras, y nos vuelves a poner en el camino de tu andar. ¡Alabado seas por siempre Señor y Dios nuestro!

Un abrazo y bendiciones.

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