Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, y en seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.Hechos 9:20.
Lectura: Hechos
9:1-31. Versículos del día: Hechos
9:19b-20.
MEDITACIÓN DIARIA
Saulo de Tarso, posteriormente
llamado Pablo, después de conocer al Señor Jesús cambió totalmente su actitud
hacia los primeros cristianos. El mismo Señor se le presentó en una visión
cuando iba hacia Damasco con el ánimo de buscar nuevos creyentes y perseguirlos,
hasta que tiene un encuentro personal con Él: “En el viaje sucedió que, al
acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de repente a su alrededor.
Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? —¿Quién eres, Señor? —preguntó. —Yo soy Jesús, a quien tú persigues
—le contestó la voz—” (vv. 3-5).
Si bien es cierto que no
todos tenemos esa clase de experiencia ni muchos han obrado con tanta saña como
con la que Saulo se dedicó a perseguir a los de la primera Iglesia, sí podemos
decir los cristianos que tenemos un, antes y un después de Cristo. Todos
reconocemos que Jesús ha intervenido en las áreas de nuestra vida de manera
contundente y determinante. Y si esto es así, ¿por qué no nos levantamos
también para compartir a tantos que hay a nuestro alrededor, afirmando que
Jesús es el Hijo de Dios? Adeptos a otras religiones no cristianas, buscan la manera de un modo u otro de llegarle
a la gente, y no tienen pena de pararse en las esquinas con su material de predicación,
mientras que nosotros tal pareciera que nos sonrojamos del Evangelio. El mismo
Pablo en una de sus cartas señaló: “A la verdad, no me avergüenzo del
evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de
los judíos primeramente, pero también de los gentiles” (Romanos 1:16).
Pidámosle al Señor que
su Santo Espíritu nos llene de sabiduría y denuedo para no quedarnos callados y
anunciarles a los que no creen, que Jesús, el niñito nacido en Belén, vino al
mundo para salvarnos del imperio infernal.
Amado Jesús: Queremos
ser unos ‘Pablos’ que sin temor y con convicción total demostremos y hablemos
al mundo que Tú eres el Mesías prometido, el Salvador de la humanidad y que si
no hubiera sido por tu nacimiento, no tendríamos ahora la gracia de conocerte y
creer que eres el Hijo de Dios que padeció y murió por nuestros pecados.
Gracias Jesús por tu obra redentora.
Un abrazo y
bendiciones.
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