Señor, hazme conocer tus caminos; y enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad. Y enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvación. ¡En ti pongo mi esperanza todo el día!
Salmo 25:4-5. NVI.
Lectura:
Salmo 25:1-10. Versículos del día: Salmo
25:4-5.
MEDITACIÓN
DIARIA
Cuando
recibimos al Señor en nuestras vidas, vamos de su mano. Nos dice aquí su
Palabra: ‘Encamíname en tu verdad’, y esa verdad es Cristo el Señor (Juan
14:6). Él es nuestro Dios y Salvador. Nuestra esperanza está en Él; bendita
esperanza la que tenemos: vida eterna; “El que cree en el Hijo tiene vida
eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de
Dios está sobre él” (Juan 3:36); “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado
vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida;
el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12. RVR 1960).
Tal
vez, hoy es la primera vez que lees mi devocional y no sabías que Jesús es el
Único camino para llegar a Dios Padre. Él murió en la cruz por ti. Así que te
reto para que le entregues tu vida y de ese modo puedas gozar de una vida con
propósito aquí en la tierra (Juan 10:10b), y de la vida eterna a su lado. Jesús
está tocando a la puerta de tu vida, déjale entrar. Apocalipsis 3:20 te lo
dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. Si tu deseo es aceptarlo
en tu vida, te invito a orar así:
Señor
Jesús: entiendo que me amas y que te necesito. Gracias porque moriste en la
cruz por mis pecados. Hoy decido abrirte la puerta de mi vida para que seas mi
Señor y Salvador. Perdona mis pecados y toma el control del trono que yo
manejo; hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonar mis
pecados y darme la vida eterna. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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