Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que he dicho.
Juan 14:26. NVI.
Lectura: Juan 14:22-26. Versículo
del día: Juan 14:26.
MEDITACIÓN DIARIA
Es el mismo Padre Celestial quien nos envía al Espíritu Santo en nombre de
Jesús. En una ocasión escuché a alguien que conversando con el Señor le
preguntaba por el Espíritu Santo y el Señor le respondió que Él estaba en la
tierra y lo que entendí, más o menos fue que era Él quien se encargaba de
convencer al mundo de pecado y a la vez de consolar al pueblo de Dios. Y sí; es
el bendito Espíritu Santo quien está siempre a nuestro lado y el mismo que
cuando ni siquiera sabemos cómo pedir u orar, Él lo hace tal como dice la
Palabra de Dios: “Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a
ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos que no pueden expresarse con palabras” (Romanos 8:26). El modo como
el Espíritu Santo ora e intercede por cada uno es de un amor abrumador. Es que
gemir es llorar y eso es lo que Él hace. Cuando desbordamos nuestro corazón al
Señor, ahí en medio está el Precioso Espíritu Santo y sin darnos cuenta está
intercediendo de una manera tan especial, que no hay palabras para expresarlo.
Gracias Precioso Espíritu Santo.
Mi Señor y mi Dios: gracias por haber abogado al Padre para que nos enviara
esa ayuda tan grande y a la vez tan sublime. Entender que es el mismo Espíritu
Santo quien nos ayuda en nuestra debilidad y el que intercede con gemidos
indescifrables es más que reconfortante. Es ser consciente de quién es al que
tenemos continuamente a nuestro lado y que jamás nos dejará. Bendito Señor,
fuiste nuevamente al Padre, pero nada se te olvidó para los Tuyos. Gracias,
muchas gracias. Gracias, bendito Espíritu Santo por estar ahí, juntito,
animándonos y reconfortándonos. ¡Gloria y honor a Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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