El Señor dice: Este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Su adoración no es más que un mandato enseñado por hombres.
Isaías 29:13.
Lectura: Isaías
29:1-24. Versículo del día: Isaías
29:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Da tristeza saber que
esta Palabra se está cumpliendo. El pueblo del Señor, su pueblo adquirido no
tiene constancia ni sinceridad. Va a la Iglesia solamente por cumplir un rito o
porque ‘me toca’, pero no porque le nazca hacerlo. Por lo menos en nuestros
países latinos tal pareciera que se ha cambiado la religión tradicional por una
más. Todavía no se entiende que el cristianismo es un estilo de vida donde se
actúa por amor al Señor Jesús quien vino a morir por nuestros pecados. Cuando le decimos que sea el centro de
nuestra vida es para que así sea, no por hablar. Y si es el centro de nuestra
vida tiene que haber una relación permanente con Él porque de lo contrario
estaríamos mintiendo. Si no existe esa relación es muy fácil desviarnos y caer.
Miremos lo que nos
sigue advirtiendo Isaías: “¡Ay de los que, para esconder sus planes, se ocultan
del Señor en las profundidades; cometen sus fechorías en la oscuridad, y
piensan: ¿Quién nos ve? ¿Quién nos conoce?! ¡Qué manera de falsear las cosas! ¿Acaso
el alfarero es igual al barro? ¿Acaso le dirá el objeto al que lo modeló: Él no
me hizo? ¿Puede la vasija decir del alfarero: Él no entiende nada?” (vv.
15-16). No podemos desconocer ni dejar a un lado a quien no solamente nos creó
sino a quien también nos salvó.
Propongámonos que haya
el anhelo de buscar al Señor ardientemente y honrarlo como se merece. Que esta
sea una de nuestras metas en el área espiritual para el año que viene.
Amado Señor: Queremos
estar Contigo como con el mejor de los enamorados. Buscarte en la mañana, en la
tarde, en la noche. Hablarte muy seguido como al amigo más sincero abriendo el
corazón no solamente para contarte tristezas y amarguras; también deseamos
compartirte sueños, alegrías y triunfos. Gracias buen Dios por enseñarnos a
adorarte con la mente, con labios sinceros y corazón humilde. Estamos
agradecidos por tanto bien recibido. ¡Eres el Dios Majestuoso digno de toda
nuestra alabanza! ¡Bendito eres Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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