Yo sé que mi redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte.
Job 19:25.
Lectura: Job
19:1-29. Versículo del día: Job 19:25.
MEDITACIÓN DIARIA
Job estaba pasando por
uno de sus peores momentos. Su aflicción no era para menos: sus hijos murieron,
su esposa lo repudiaba, sus bienes perdidos y encima de eso, los que creía eran
sus amigos, solo iban para injuriarlo. Sin embargo en medio de la gran prueba
ve una luz y como una predicción de lo que sería Jesucristo dice: “Yo sé que mi
redentor vive, y que al final triunfará sobre la muerte”. “Y, cuando mi piel
haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos. Yo mismo espero
verlo; espero ser yo quien lo vea, y no otro. ¡Este anhelo me consume las
entrañas!” (vv. 26-27). Fue una revelación divina, donde entiende que no
importa lo que sufra aquí porque la gloria futura será incomparable. Tal como
está escrito en romanos 8:18; anhela con todo su ser, ver con sus propios ojos
al Dios de su vida.
Reflexiona sobre la
lectura y si estás pasando por un desierto de nunca acabar, te queda rendirte ante el Señor y humillarte
si es necesario con llanto y clamor. Sé que en medio de la prueba Él se
manifestará tal como lo hizo con Job y te dará el gozo de entender que en realidad
esto es pasajero y que lo que vale es lo eterno. Tenemos una esperanza que nada
ni nadie nos podrán arrebatar y ésta será la que nos llevará a encontrar un
oasis en medio del desierto.
Amado Señor: Gracias
porque estás en medio de la prueba sosteniéndonos y puliéndonos de tal manera
que brillemos en el mundo y podamos cumplir con el propósito de llevar esa luz
a los que andan en oscuridad. Todo lo que nos pasa está en tus manos y sabes
perfectamente hacia donde nos conducirás con tal de completar tu buena obra en
cada uno de nosotros. Esa fe refrescada y renovada en el oasis demuestra tu
amor entrañable y nos hace confesar y proclamar: ¡Mi Redentor vive y ha
triunfado sobre la muerte! Te damos gracias buen Señor porque si no fuera por
las aflicciones no podríamos dar testimonio de que eres el Hijo de Dios hecho
hombre, que moriste en la cruz para salvarnos y resucitaste para darnos vida
eterna.
Un abrazo y
bendiciones.
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