domingo, 17 de noviembre de 2013

La necesidad de perdonar



Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano. 
Mateo 18:35.


Lectura: Mateo 18:19-35.  Versículo del día: Mateo 18:35.

MEDITACIÓN DIARIA

Considero que una de las cosas más difíciles para los humanos es perdonar.  Creo que a todos nos han herido de una u otra manera y muchas veces nos acusan de cosas que ni siquiera han pasado por nuestras mentes. Ahí entra el perdón a jugar un papel importantísimo porque esta actitud se constituye en la vida del cristiano en una necesidad.  Es un reto que hay que afrontar y es una decisión que hay que tomar.  Cuando entendemos el amor tan grande de Dios al punto de dar a su Hijo por perdonarnos, creo que es más fácil lograrlo. 
En la parábola de la lectura, el Señor enseñaba sobre el perdón.  “Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces?” (v. 21). El Señor le responde que siete veces es muy poquito: “hasta setenta y siete veces” (v.22); otras versiones dicen: “setenta veces siete”.  De todas maneras lo que significa es que la dimensión del perdón ante el Señor no tiene límites, y debe ser del mismo modo que Él lo practica con nosotros.
La oración del ‘Padre Nuestro’ es la oración por excelencia; la que Jesús mismo nos enseñó y que dice: “Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos ofenden” (Lucas 11:4).  Cuántas veces la hemos repetido y sin sinceridad, al pronunciar que “perdonamos a todos los que nos ofenden”  ¿Cómo pretender que Dios nos perdone las deudas si nosotros no lo hacemos? 
El Señor en la cruz nos dio el ejemplo.  Después de tanta tortura y sufrimiento causado hacia Él, le pide al Padre que los perdone porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34). Y no creamos que eran solamente los soldados que estaban a su lado; ahí, estábamos todos nosotros y por nosotros también fue hecha su petición. Entonces, ¿Quiénes somos para no perdonar?
La falta de perdón se va enraizando en el corazón hasta formar raíces de amargura profundas, que si no se cortan a tiempo, causarán mucho daño en la vida de la persona rencorosa y vengativa. Hay enfermedades que son causadas por la falta de perdón. Por eso en Hebreos 12:15 se nos advierte: “Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”.     
Quizá se esté sufriendo por el dolor causado por otras personas que han herido el corazón profundamente y la ofensa se ha recibido de quien menos se esperaba. O tal vez, hay heridas más profundas respecto a los padres por la indiferencia o abandono de ellos; o simplemente han puyado hasta el fondo y tocado el orgullo.  Cualquiera que sea la causa, hay que acudir al Señor en oración y derramar el corazón ante Él.  Los invito a orar así:

Amado Señor: Tú lo sabes todo y sabes cómo me siento en estos momentos por las heridas causadas a mi vida.  Hoy te pido fuerza y valor para perdonar a tal persona. Permite que de mi corazón brote el perdón y libera mi mente de todo rencor y amargura. Enséñame a perdonar, así como he sido perdonado(a) por ti.

Un abrazo y bendiciones.

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