sábado, 27 de octubre de 2012

La verdadera amistad

El perfume y el incienso alegran el corazón; la dulzura de la amistad fortalece el ánimo. 
Proverbios 27:9.

Lectura diaria: Proverbios 27:5-11.  Versículo principal: Proverbios 27:9.

REFLEXIÓN

Considero la verdadera amistad como un regalo más de parte de Dios.  En realidad yo podría decir que mis amigas son pocas, pero las que tengo valen oro.  El Señor ha sido bueno conmigo en ese aspecto y podría decir que aparte de ellas, tengo cuñadas, consuegra, primas, esposas de primos, hijas de primos y sobrinas que se han portado conmigo de maravillas.  Ellas ocupan un lugar especial en mi corazón y son también mis amigas incondicionales.
Encontrar una amistad es como encontrar un tesoro, el cual se guarda con recelo para que no se vaya a perder; se tiene abrigado en una cajita que se llama corazón y así evitar que se pueda deteriorar por algún incidente.  Por más que no lo saquemos a relucir frecuentemente, sabemos que está ahí, cerquita, y que en el momento oportuno saldrá para irradiar con su encanto. Mis amigas han sabido surgir para tenderme la mano en el momento exacto.  ¡Gracias Señor por todas ellas!
Con una de mis grandes amigas, mi amiga de la adolescencia nos perdimos por un buen tiempo y por aquello de la tecnología nos volvimos a encontrar.   Para nosotras el tiempo no ha transcurrido; somos las mismas, solo que con más años encima y con nuestros hijitos ya mayores, pero ¡que alegría!  Recordar viejos tiempos y volver a tener a una hermana más junto a mí.  Sabiendo mi amiga que me voy ausentar de la ciudad y que mi niña se quedará solita, no vaciló en llamarme para ofrecerme en este campo toda su ayuda.  Sé que todo lo que haga lo hará con el corazón, como si fuese su propia hijita: con amor, ternura, comprensión y reprensión si es necesario.  Sé cómo sabe hacer las cosas porque he visto su hogar y en verdad es un ejemplo para mí. 
¡Gracias Myriamcita!  Al leer hoy Proverbios 27 y llegar al versículo 9 inmediatamente te posesionaste de mi mente y recordé tus palabras de ayer, porque verdaderamente fueron dulces y trajeron perfume a mi corazón, fortaleciéndome y llenándome de gozo y de esperanza.
¡Gracias mis amigas especiales!  Todas ustedes han puesto un granito de arena para llenar mi vida de fortaleza, de ánimo, de confianza, de dulzura y han aportado a mi ser la compañía grata de la hermana que no tuve.  Dios fructifique sus vidas y les devuelva muchísimo más de todo lo que me han dado, llenándolas de bendiciones espirituales, físicas y materiales.   De mi parte les aseguro, que siempre tendrán un lugar en mi corazón y estarán presentes en mis oraciones diarias.     

¡Gracias mi Señor por haber inventado la amistad!  Tú, mi amigo fiel, nos has dejado ese bello legado para disfrutar de ella.

Un abrazo y bendiciones.

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