domingo, 12 de agosto de 2012

Hay que buscar la santidad


Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: Sean santos, porque yo soy santo.   
1 Pedro 1:15-16.

Lectura diaria: 1 Pedro 1:13-25.  Versículos principales: 1 Pedro 1:15-16.

REFLEXIÓN

Al nacer de nuevo con el Señor Jesús, el Espíritu Santo comienza una obra regeneradora en cada uno y es el mismo Señor quien va poniendo en el corazón el deseo de hacer las cosas de la mejor manera.  Esto sucede porque en verdad le entregamos el trono de nuestra vida a Jesús.  Sin embargo, con el tiempo andando se nos olvida todo cuanto el Señor ha ido cambiando la antigua manera de vivir y desplazamos al Señor de ese trono, para tomarlo nuevamente y nos dejamos llevar por las obras de la naturaleza pecaminosa (Gálatas 5:19-21).
De ninguna manera puede el nacido de nuevo volver atrás porque con esa actitud está diciéndole al Señor que lo que hizo por él, no valió la pena. “Como bien saben, ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados.  El precio de su rescate no se pagó con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto” (vv. 18-19 en la lectura). 
No quiere decir tampoco que el cristiano no vuelva a caer; muchas veces caerá y volverá a levantarse (Proverbios 24:16).  Lo importante es que no se anide nuevamente en el pecado.  Gracias a Dios:   “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” porque “tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo”  (1 Juan 1:9 y 2:1).
Lo importante de nuestra vida cristiana es querer cada día agradar más a nuestro Dios, buscar la integridad completa que poco a poco nos lleve a la perfección de la obra que Cristo Jesús, quiere ver en los suyos y para eso tenemos el gran Manual del comportamiento: La Biblia; leámosla, aprendámosla y pongámosla en práctica.  “Pues ustedes han nacido de nuevo, no de simiente perecedera, sino de simiente imperecedera, mediante la palabra de Dios que vive y permanece” (v. 23 en la lectura).

Gracias Señor Jesús por habernos mirado con compasión y permitirnos ser parte de tu reino.  Enséñanos a través de tu Santo Espíritu a comportarnos fielmente contigo en todos los campos esperando tu glorioso regreso.

Un abrazo y bendiciones.

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