domingo, 14 de junio de 2009

Hoy vas a pasar el Jordán

Escucha, Israel: hoy vas a pasar el Jordán para entrar y desposeer a naciones más grandes y fuertes que tú.

Deuteronomio 9:1.

Les comentaba en el devocional anterior que he estado preguntándole al Señor qué tenemos que hacer para dar el paso correcto y cruzar el Jordán. Estoy acostumbrada a dormirme con un radio pequeño, el cual manipulo fácilmente de acuerdo a mis gustos. Estando en estas, escuché un mensaje en una emisora cristiana, donde se hablaba precisamente sobre el cruzar el Jordán. La noche siguiente cambie de dial y en otra emisora cristiana, se hablaba de lo mismo.

Estoy convencida que en el cristianismo no existen las casualidades y que Dios me estaba mostrando el porqué aún no había alcanzado la otra orilla. Quiero tratar de hacer un compendio de los dos mensajes y compartirles lo que aprendí.

Antes de cruzar el Jordán, debemos visualizar nuestros sueños, imaginar lo que vamos a hacer cuando lleguemos a esa tierra prometida. Necesitamos un cambio, una nueva identidad que nos haga diferentes, que no nos deje mirar hacia atrás sin poder desprendernos de lo superfluo y nos permita alegrarnos con lo que vamos a emprender. Los cambios son buenos. La rutina nos defrauda y amarga. Tenemos que llenarnos de positivismo y para esto, es importante alimentarnos de las promesas que Dios nos ha dejado en su Palabra como: “esfuérzate y sé valiente”, “yo estaré contigo a donde quiera que vayas”, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, “tengo para ti planes de bienestar y no de calamidad”, “haré famoso tu nombre y serás una bendición”, “Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa”, etc.

¿Por qué no cruzamos el Jordán? Nos invade el temor al fracaso. Nos queda difícil dar el paso para lograr el cambio; nos falta quizá disciplina y compromiso, somos indecisos.

Entonces, tenemos que coger ese sueño y asegurarlo. Examinar los motivos que nos impulsan a lograrlo, dejar los correctos y desechar lo superficial. Aceptar los desafíos que se presenten con valentía. Optimizar los recursos y algo muy importante, sin lo cual no podemos lograr nada, hacer una adecuada planeación para lograr esos sueños, esforzándonos e imponiéndonos metas y tareas.

Esto fue lo que aprendí y de nuestra parte junto con mi esposo, nos pondremos en marcha. Cuando estés en esa tierra, no vayas a creer que el Señor te permitió llegar hasta ahí por tu justicia. ¡No! Simplemente es su misericordia y amor. Recuerda que no puedes ser altivo ni orgulloso y acuérdate de alabar al Señor, tu Dios.

Un abrazo y bendiciones.

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