¡Lávense,
límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal! ¡Aprendan a hacer el bien! ¡Busquen la
justicia y reprendan al opresor! ¡Aboguen por el huérfano y defiendan a la
viuda!”. Isaías 1:16-17. NVI.
Lectura: Isaías 1:1-20. Versículos del día: Isaías 1:16-17.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor reprende a los de su pueblo. Está harto de
sus holocaustos. “¿De qué me sirven sus muchos sacrificios? —dice el Señor—” (v. 11); “No me sigan
trayendo vanas ofrendas” (v. 13). Son tan malos como lo fueron los jefes de
Sodoma y Gomorra; los compara con ellos. Pero con su amor y misericordia que
siempre están latentes les exhorta a lavarse y limpiarse; a dejar de hacer el
mal y a hacer el bien.
Será que nosotros los de su pueblo, ¿somos iguales?
Sin duda alguna. El pueblo del Señor ha crecido en cantidad, pero no en
calidad. No valora su obra redentora y por ende su gracia. Es hora también de
pedir perdón y de limpiarnos. Su exhortación es clara: “Vengan, pongamos las
cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán
blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana!” (v.
18). La conversión del pecador tiene que ser total. Y si caemos, el Señor es
fiel y justo para precisamente perdonarnos y limpiarnos (1 Juan 1:9).
Amado Señor Jesús: venimos a Ti con corazón contrito y
humillado a pedirte perdón porque te hemos ofendido haciendo lo que no te
agrada. Perdona nuestros pecados; lávanos y límpianos para que quedemos blancos
como la nieve y la lana. Gracias por tu misericordia buen Dios. Eres tan
especial que, a pesar de volver al pecado, estás ahí con tu Santo Espíritu para
convencernos de nuestras culpas y restaurar nuestra relación Contigo. ¡Te
adoramos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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