miércoles, 4 de octubre de 2017

Gracias a Cristo el Señor

No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 
Romanos 7:15.

Lectura: Romanos 7:14-25.  Versículo día: Romanos 7:15.

MEDITACIÓN DIARIA

Bien dice Pablo, algo que nos pasa a todos: queremos hacer el bien, pero la naturaleza pecaminosa no nos deja. En lo íntimo de nuestro ser nos deleitamos en la ley de Dios, pero en el cuerpo mora la ley del pecado. “¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal? Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor” (vv. 24-25).
Definitivamente, necesitamos estar cogidos del Señor Jesucristo para no dejarnos vencer por el pecado. Gracias a Dios el Señor ya murió por nuestros pecados y a la vez nos justificó. Y Gracias a Dios que más adelante nos confirma y da seguridad de salvación diciéndonos: “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación  para los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1).
Dios sabe que habrá muchas ocasiones en que caeremos y pecaremos aunque no sea lo normal o lo del diario vivir. “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo” (1 Juan 2:1-2). Aquí el apóstol Juan le está hablando a los creyentes, los llama sus ‘hijos’; o sea nosotros. Entonces ¿qué tenemos que hacer? Confesar los pecados con la certeza de que Dios nos perdonará y limpiará de toda maldad porque Él es fiel y justo (1 Juan 1:9). Siempre he dicho que no por el hecho de ser cristianos, no pecamos. Eso es algo que la gente de afuera no entiende: están listos para vernos caer y ponernos encima el dedo acusador como creyendo que somos infalibles. Infalible no hay nadie; por eso el Señor tuvo que venir, porque no había ni siquiera un justo. El cielo estará lleno de pecadores pero pecadores justificados con la sangre del Señor Jesús. Gracias a Dios por este regalo maravilloso y a Cristo el Señor que ya venció.

Amado Dios: muchas gracias porque a pesar de ser pecadores, con Cristo el Señor tenemos no solo la redención de pecados sino que además de eso, su preciosa sangre derramada nos limpiará y justificará. Enséñanos a llevar una vida pura donde cada día crezcamos más y vayamos completando la obra para cumplir el propósito que nos tienes aquí en la tierra. Gracias bendito Dios y Padre.

Un abrazo y bendiciones.



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