Si afirmamos que
tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en
práctica la verdad.
1 Juan 1:6.
Lectura: 1 Juan
1:5-10. Versículo del día: 1 Juan 1:6.
MEDITACIÓN DIARIA
El pecado no es más que
un estado de indiferencia del hombre hacia Dios. Por más que la persona se crea
buena, generosa, amadora del prójimo, haciendo buenas obras, siguiendo ciertos
ritos o tradiciones no deja de ser pecadora. La Biblia nos afirma: “pues todos
han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Todos,
absolutamente todos. Solo hubo un justo que fue el Señor Jesucristo quien vino
a pagar por nosotros. Aun así reconociendo que somos pecadores, volvemos a caer
en pecado. Pero si seguimos pecando deliberadamente quiere decir que no nos
importa la salvación dada por el Señor. “Entonces, ¿qué? ¿Vamos a pecar porque
no estamos ya bajo la ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera!” (Romanos
6:15). Si ya conocemos la luz, debemos morir al pecado: “ustedes considérense
muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:11). “¿No
saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los
pervertidos sexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los
calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Corintios
6:9-10).
No podemos dejar que el
pecado haga huella porque el corazón se va endureciendo y existe el peligro de
perder la conciencia del pecado. El arrepentimiento quiere decir que nos duele
haber trasgredido a Dios; haber contristado al Espíritu Santo. David cuando
reconoció su pecado lloró ante Dios y se quebrantó: “Yo reconozco mis
transgresiones; siempre tengo presente mi pecado. Contra ti he pecado, solo
contra ti, y he hecho lo que es malo ante tus ojos”; Devuélveme la alegría de
tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga” (Salmo 51: 3-4 y 12). Si
pecamos y estamos arrepentidos sinceramente tenemos la solución: “Si confesamos
nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará
de toda maldad” (v. 9 en la lectura). Estemos velando y orando para apartarnos
del pecado.
Amado
Señor: Reconocemos que somos pecadores y que aunque deseamos hacer las cosas
bien, la naturaleza pecaminosa nos arrastra hacia el pecado. Te pedimos perdón
y te rogamos que nos laves y limpies completamente. Gracias Señor porque eres
un Dios perdonador y jamás volverás a acordarte de las fallas cometidas cuando
nos arrepentimos. Danos como a David un espíritu obediente que nos sostenga. ¡Muchas
gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones,
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