Fuera de ti, desde tiempos antiguos nadie ha escuchado ni percibido, ni ojo alguno ha visto, a un Dios que, como tú, actúe en favor de quienes en él confían.Isaías 64:4.
Lectura: Isaías
64:1-12. Versículo del día: Isaías 64:4.
MEDITACIÓN DIARIA
De esto deberíamos ser
conscientes cada vez que nos acercamos al Señor porque fluctuamos mucho y se
nos olvida con frecuencia quién es nuestro Dios. “¿Hasta cuándo van a seguir
indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor, deben seguirlo; pero si es Baal,
síganlo a él” (1 Reyes 18:21). Y por
todo lo que hemos visto en nuestras vidas, su amor y poder para levantarnos,
sostenernos, librarnos del maligno y sacarnos de desiertos tenebrosos, sabemos
que es quien dijo ser.
Lo que pasa es que
seguimos en nuestra terquedad y desobediencia; queremos hacer las cosas más
como nos gusta y no como el Señor nos manda: “Todos somos como gente impura; todos
nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia. Todos nos marchitamos
como hojas: nuestras iniquidades nos arrastran como el viento” (v. 6 en la
lectura). Si ya sabemos que es nuestro Dios y que no hay otro tenemos que
voltear los ojos hacia Él, confesarle las ofensas cometidas y pedirle perdón: “A
pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el
alfarero. Todos somos obra de tu mano” (v. 8). Cuando reconozcamos quién es en
verdad el Dios en quien hemos creído, concluiremos como Pedro, reconociendo que
no tenemos a quien más ir, porque solo el Señor tiene palabras de vida eterna
(Juan 6:68).
Amado Señor: Somos
testigos que fuera de Ti no existe nadie más que pueda hacer lo que haces en
bien nuestro. No hubo ni habrá otro Dios como Tú. Reconocemos Señor tu
soberanía y poderío y te pedimos perdón por la rebeldía y desobediencia. No tenemos
a quién más ir Señor, acéptanos como a ese barro que sigues perfeccionando hasta
quedar completo a tu gusto. ¡Gracias por tu obra redentora en nosotros!
Un abrazo y
bendiciones.
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