domingo, 9 de noviembre de 2014

Nuestra vida está en tus manos




Nadie sabe lo que ha de suceder, y lo que será aun después, ¿quién podría decirlo? 
Eclesiastés 10:15.


Lectura: Eclesiastés 10:1-20.  Versículo del día: Eclesiastés 10:15.

MEDITACIÓN DIARIA

A veces hacemos planes sin tener en cuenta a Dios; y como Él es Soberano, puede hacer lo que le plazca con nuestras vidas sin pedirnos consentimiento de ninguna clase. “Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero. ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” Santiago 4:13-15.
Mi hijo y su esposa tenían programado ayer sábado, un retiro con el grupo al que pertenecen en su Iglesia. Uno de los carros falló en una loma y rodó como treinta metros con el saldo trágico de una de las niñas muerta y dos más heridas.  Ante esta fatalidad, no se pudo desarrollar el retiro pensado. La niña muerta, era la mejor amiga de una de las asistentes al Congreso de la semana pasada en Casa sobre la Roca, Bogotá.  Es un contraste tremendo: hace ocho días estábamos celebrando gozosos en nuestra casa el éxito del Congreso y compartiendo con los visitantes de Medellín un buen rato de esparcimiento. Recuerdo que todo fueron risas y alegrías, para hoy estar llorando la partida de un ser querido que nos deja sin palabras y quizá con muchos interrogantes: “hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir…; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto” (Eclesiastés 10:1-2 y 4).
Dice el versículo 14 de Santiago que somos como la neblina que aparece por un momento y luego se desvanece.  La vida es tan efímera que solamente por el amor y misericordia del Señor, estamos vivos. Dependemos de un hilo ceñido a su voluntad. Vivamos cada minuto como si fuera el último y siempre tengamos en cuenta las palabras del apóstol Santiago para expresarnos con un: ‘Si Dios quiere…’.

Amado Señor: Te agradecemos por cada minuto más de vida que nos das; pedimos tu bendición en nuestra salida y en nuestra entrada y permite que todo lo que hagamos sea para exaltar tu nombre y glorificarte. ¡Gracias bendito Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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