Balac mandó a decirle: «Hay un pueblo que salió de Egipto, y que ahora cubre toda la tierra y ha venido a asentarse cerca de mí. Te ruego que vengas y maldigas por mí a este pueblo, porque es más poderoso que yo. Tal vez así pueda yo vencerlos y echarlos fuera del país. Yo sé que a quien tú bendices, queda bendito, y a quien tú maldices, queda maldito.Números 22:5-6.
Lectura: Números
22:1-41. Versículos del día: Números
22:5-6.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la
historia de Balán y su burra. Balán era una especie de profeta dentro de su
pueblo y recurrían a él para solicitar sus favores. Balac era el rey de Moab y quería que Balán
maldijera al pueblo de Israel, porque simplemente les tenía miedo. Aparentemente Balán escuchó la voz de Dios
diciéndole que no fuera (v. 12), pero cuando este rey insistió ofreciéndole
muchas más prerrogativas, tal parece que su corazón se llenó de codicia y quiso
ir. El error de Balán fue no cumplir la
orden de Dios, les dice a los mensajeros que va a volver a consultar a Dios,
(v. 19) ¿por qué o para qué? Dios que conoce el corazón de todos, le dice que
vaya pero que no puede hablar sino únicamente lo que Él le diga. Así que Balán se dirige a hacer su cometido,
y el Ángel del Señor se le atraviesa en el camino, por lo cual la burra se
retira en tres ocasiones y Balán enceguecido le pega hasta que esta habló. Dios le abrió los ojos a Balán y pudo
entender a su burra (vv. 21-31). Dios
quería que Balán entendiera por sí solo, que esa no era su voluntad. “Balán le
dijo al ángel del Señor: —He pecado. No me di cuenta de tu presencia en el
camino para cerrarme el paso. Ahora bien, como esto te parece mal, voy a
regresar” (v. 34). La voluntad de Dios se cumpliría como fuera y Balán no la tuvo en cuenta.
Quizá nos pasa lo mismo
que a Balán. Dios nos habla de
diferentes maneras, y seguimos siendo tercos; queremos escuchar lo que nos
conviene. Tal vez, Balán se dejó llevar
por todo lo que el rey de Moab le ofrecía, con tal de ir a maldecir al pueblo
de Israel. Por eso es importante estar en contacto con personas que acatan la
voluntad de Dios, para no dejarnos influenciar por las del mundo. Todos tenemos
el libre albedrío para decidir lo que queremos hacer o no. Nuestra naturaleza
carnal nos puede hacer tomar decisiones que más tarde lamentamos. Entonces, escuchemos la voz de Dios. Seamos
sumisos a Él. Estemos en completa comunicación a través de la oración y de su
Palabra para entender cuál es la buena voluntad de Dios, en nuestras vidas.
Amado Señor: Criticamos
a Balán, pero cuántas veces hemos sido más tercos que él. Perdona nuestra actitud y permite que siempre
estemos atentos y sensibles a escuchar lo que quieres de nosotros. Tu voluntad
es buena, agradable y perfecta. No nos dejes salir de tus manos.
Un abrazo y
bendiciones.
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