miércoles, 18 de diciembre de 2013

Aceptándolo como el Salvador del mundo




Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. 
Lucas 1:38 RVR 1960.


Lectura: Lucas 1:26-38.  Versículo del día: Lucas 1:38.

MEDITACIÓN DIARIA

Por lo que se sabe históricamente, María era una mujer joven, hermosa, humilde y quien buscaba al Señor sinceramente.  Yo creo que debió ser una mujer virtuosa y por eso Dios fijó sus ojos en ella para escogerla como madre del Salvador del mundo.
Dios habría podido hacer las cosas de diferente manera, pero como es Caballero por excelencia, primero hizo que el ángel Gabriel llevara el mensaje a María y que ella accediera a tan hermosa gracia. La lección que nos deja esta mujer ejemplar es aprender a decirle a Dios ‘sí’ cuando nos demanda algo conforme a su voluntad.  María no dudó ni vaciló para responder afirmativamente a ese llamado. Expresó su consentimiento, entendiendo su condición y reconociendo a Dios Padre como la autoridad máxima que ella tenía: se catalogó como sierva del Señor  y  admitió sin reparos albergar en su seno a Jesús.  La profecía está cumplida: el Verbo se ha hecho carne.   De esta manera María se convierte en la primera persona en aceptar a Jesús en su corazón como Rey, Señor y Salvador.
Seguro que en ese momento no alcanzó a comprender ella, hasta dónde la llevaría esta misión.  Quizá pudo entenderlo al escuchar las palabras de Simeón el hombre justo y piadoso, a quien el Espíritu Santo le había revelado que no moriría sin contemplar al Mesías prometido y lleno de Él, profetizó sobre Jesús: “Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2:32 RVR 1960), y a la vez sobre María: “En cuanto a ti, una espada te atravesará el alma” (Lucas 2:35b NVI), como previniéndola sobre todo lo que sufriría al ver a su hijo encarnado en ella, padecer y morir en una cruz.
En este tiempo a nosotros nos queda más fácil aceptar al Señor Jesús también en nuestro corazón como Salvador. Digo más fácil, porque aparentemente lo es; ya que el mundo cada vez se va alejando más del propósito de Dios para todo hombre y eso hace contrapeso al ministerio de salvación.  Pero tú que estás leyendo este devocional, no estás aquí porque sí; Dios permitió que entraras al blog o que recibieras este mail para decidir si lo aceptas o lo rechazas. La decisión es tuya.

Amado Señor: Gracias por habernos mirado con gracia y haber puesto en nuestro corazón el reconocerte jubilosos como  Redentor.  Te pedimos por todos los que no te conocen ni creen en ti, para que esta época sea propicia para decirte sin rodeos y humildemente: ¡Ven a mi alma Señor!  ¡Ven, no tardes tanto!  

Un abrazo y bendiciones.

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