¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida?Eclesiastés 1:3.
Lectura: Eclesiastés
1:1-18. Versículo del día: Eclesiastés
1:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Cada día trae su propio
afán (Mateo 6:34b). Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por las
preocupaciones cotidianas. A veces nos
afanamos por cuestiones que no valen la pena. Mi madre recitaba una poesía que hablaba de un
niño que no tenía los zapatos apropiados para calzar y se afanaba por su
situación; un día vio a otro niño sin
piecitos para caminar y se dio cuenta que teniendo los suyos enteritos y en
buen estado, le bastaba para ser agradecido.
Así es; nos afanamos
por cuestiones efímeras y después Dios nos muestra que eso no tenía la
relevancia que le habíamos dado. “Generación va, generación viene, mas la
tierra siempre es la misma. Sale el sol,
se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a
salir” (vv. 4-5 en la lectura).
El sabio Salomón dice; “Realmente,
todo es absurdo, ¡es correr tras el viento!” (Eclesiastés 2:17b). Si nosotros
pudiéramos alargar aunque fuera un minuto a nuestro día, o pudiéramos
retroceder el sol para que no avanzara tan rápido, vaya y venga que valdría la
pena en algo el afán (Mateo 6:27); pero
como no podemos y todo sigue su transcurso, lo mejor que podemos hacer es
aprovechar los momentos. Las horas, minutos y segundos cuentan, y es nuestro
deber sacarles el mayor partido. Por eso se dice por ahí que: ‘el tiempo es oro’;
no hay que desperdiciarlo, hay que saberlo administrar para ir sosegadamente, sin
afanes ni carreras y aceptando lo imprevisto.
Es indispensable hacer un alto en el camino, respirar profundo, analizar
las situaciones con cabeza fría, y dejar que las circunstancias avancen que con
la ayuda del Señor, tendrán su tiempo oportuno de parar.
No nos dejemos
contagiar de la alta tecnología que va desbordada cada día en raudales
frenéticos. Dejémosla que siga,
abrámosle paso, pero no nos estresemos por querer seguir a su lado a pasos
agigantados. Démosle tiempo al tiempo, ya que todo bajo el cielo tiene su momento
oportuno.
Amado Señor:
Perdónanos, porque el afán se convierte en desconfianza hacia ti. Te pedimos
que nos enseñes a organizarnos de tal manera que nuestro tiempo sea aceptable
para ti y no permitir que las circunstancias, nos lo arrebaten. Tú eres
soberano; ¡en tus manos están nuestros tiempos!
Un abrazo y
bendiciones.
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