jueves, 26 de septiembre de 2013

Sin afanes ni carreras se llega más rápido




¿Qué provecho saca el hombre de tanto afanarse en esta vida? 
Eclesiastés 1:3.


Lectura: Eclesiastés 1:1-18.  Versículo del día: Eclesiastés 1:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Cada día trae su propio afán (Mateo 6:34b). Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por las preocupaciones cotidianas.  A veces nos afanamos por cuestiones que no valen la pena.  Mi madre recitaba una poesía que hablaba de un niño que no tenía los zapatos apropiados para calzar y se afanaba por su situación;  un día vio a otro niño sin piecitos para caminar y se dio cuenta que teniendo los suyos enteritos y en buen estado, le bastaba para ser agradecido.
Así es; nos afanamos por cuestiones efímeras y después Dios nos muestra que eso no tenía la relevancia que le habíamos dado. “Generación va, generación viene, mas la tierra siempre es la misma.  Sale el sol, se pone el sol, y afanoso vuelve a su punto de origen para de allí volver a salir” (vv. 4-5 en la lectura). 
El sabio Salomón dice; “Realmente, todo es absurdo, ¡es correr tras el viento!” (Eclesiastés 2:17b). Si nosotros pudiéramos alargar aunque fuera un minuto a nuestro día, o pudiéramos retroceder el sol para que no avanzara tan rápido, vaya y venga que valdría la pena en algo el  afán (Mateo 6:27); pero como no podemos y todo sigue su transcurso, lo mejor que podemos hacer es aprovechar los momentos. Las horas, minutos y segundos cuentan, y es nuestro deber sacarles el mayor partido. Por eso se dice por ahí que: ‘el tiempo es oro’; no hay que desperdiciarlo, hay que saberlo administrar para ir sosegadamente, sin afanes ni carreras y aceptando lo imprevisto.  Es indispensable hacer un alto en el camino, respirar profundo, analizar las situaciones con cabeza fría, y dejar que las circunstancias avancen que con la ayuda del Señor, tendrán su tiempo oportuno de parar. 
No nos dejemos contagiar de la alta tecnología que va desbordada cada día en raudales frenéticos.  Dejémosla que siga, abrámosle paso, pero no nos estresemos por querer seguir a su lado a pasos agigantados. Démosle tiempo al tiempo, ya que todo bajo el cielo tiene su momento oportuno.   

Amado Señor: Perdónanos, porque el afán se convierte en desconfianza hacia ti. Te pedimos que nos enseñes a organizarnos de tal manera que nuestro tiempo sea aceptable para ti y no permitir que las circunstancias, nos lo arrebaten. Tú eres soberano; ¡en tus manos están nuestros tiempos!

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

Jesús es el Único que te puede dar esa dicha

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, cuyos pecados son cubiertos. Dichoso aquel cuyo pecado el Señor no le toma en cuent...