Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del santuario, hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.Hebreos 6:19-20.
Lectura: Hebreos 6:9-20.
Versículos del día: Hebreos 6:19-20.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando el Señor murió, el velo del templo se rasgó en
dos. Sucedió así para precisamente
romper esa cortina que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo como para
que entendamos que ya no necesitamos de objetos ni de estructuras, sino de un
corazón arrepentido y sensible a la voz
de Dios. Un corazón que le permita morar
en él, sabiendo que le espera lo mejor (v.9); en mi concepto: llegar al exacto
sitio del Lugar Santísimo que es estar en la misma presencia del Señor. Esta es
la salvación gloriosa regalada por nuestro amado Dios. La esperanza de la vida
eterna (v. 19).
“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos
plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha
abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo” (Hebreos 10:19-20).
No tenemos por qué temer entrar al Lugar Santísimo ya que con la muerte del
Señor, no existe cortina alguna que nos impida acercarnos a Él. Tenemos acceso directo y por ende no
necesitamos la ayuda de nadie; solo la disposición sincera para creer que
Jesús, es el Señor y Salvador de todo aquel que se acoja a Él. Ahora, Jesús, es el Sumo Sacerdote quien
intercede directamente por nosotros ante el Padre Celestial.
Amado Dios: Gracias porque el acceso directo a ti es obra de
tu gracia; Permite que nos conduzcamos por el camino vivo a través del Señor
Jesús. Queremos dejarnos transportar hasta detrás de la cortina del Santuario.
Un abrazo y bendiciones.
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