sábado, 13 de mayo de 2017

Como madre virtuosa

Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido. 
2 Timoteo 1:5.

Lectura: 2 Timoteo 1:3-14.  Versículo del día: 2 Timoteo 1:5.

MEDITACIÓN DIARIA

Nosotras las mujeres somos privilegiadas por Dios: se nos ha concedido el regalo de poder ser madres. Claro, madre no es solamente la que engendra un hijo y lo lleva en su vientre; madre también es aquella mujer que con resolución decide que en su corazón también puede gestar un hijo y así lo hace. Por otro lado, como hijas de Dios tenemos que entregarle primero que todo nuestros hijos al mejor Padre del mundo: Papito Dios. Y es que la mujer juega un papel primordial en la crianza y dirección que ellos (los hijos), tomen más tarde y si no está Dios de por medio, bien difícil será. Timoteo fue el hijo espiritual de Pablo y era joven cuando empezó su ministerio al lado de su gestor. La enseñanza del apóstol Pablo a Timoteo debió ser muy vasta y sin embargo, él le recuerda que tanto su abuela como su madre lo guiaron desde pequeño por el camino correcto hacia Dios. Este motivo es precisamente al que le hace hincapié Pablo, para animarlo a seguir y no abandonar su fe. Siempre he pensado que tener un hijo no es difícil por más que el parto se torne complicado; lo difícil es criar a esa personita, de manera tal que cuando grande, sea un hombre o mujer de bien. Si me parecía de por sí una labor de tanta responsabilidad anteriormente, como cristiana me parece muchísimo más, puesto que implica levantarlos en el temor del Señor. “Así que comete pecado todo el que sabe hacer el bien y no lo hace” (Santiago 4:17)
Así que: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará” (Proverbios 22:6). Es con el correr del tiempo en que podemos ver los frutos, lo cual nos llenará de regocijo al ver que nuestros hijos aceptaron las enseñanzas de Dios tal como son. Esto vale mucho más que cualquier otra riqueza.  Madre cristiana: levántate e instruye a tus hijos en el temor del Señor; ellos más tarde te lo agradecerán y admiraran tu labor cumplida como madre virtuosa.

Amado Señor: Gracias por llegar al corazón de tanta mujer madre. Te rogamos en su día una lluvia de bendiciones para cada una y que dentro de esa lluvia se encuentre la sabiduría para guiar a los hijos desde pequeños hacia el camino único que eres Tú. Danos la fortaleza y enseñanza a todas, de modo que crezcan y los sepamos conducir primero como madres y más adelante como abuelas, siguiendo el ejemplo de la abuela Loida y de la madre Eunice. Gracias bendito Señor. Te alabamos y te bendecimos.

Un abrazo y bendiciones.

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