sábado, 31 de diciembre de 2016

Olvidando lo que queda atrás

Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante. 
Filipenses 3:13.

Lectura: Filipenses 3:1-21.  Versículo del día: Filipenses 3:13.
MEDITACIÓN DIARIA
Un año que termina con momentos de alegría, de tristezas, de frustraciones, de desilusiones quizá. Pero ante todo considero que hoy debemos buscar un tiempo para reflexionar sobre lo que fue nuestra vida ante Dios en estos 365 días. Si fuimos diligentes, ¡gloria a Dios! Si fuimos necios y poco hacedores de su Palabra, no nos queda más que pedir perdón y continuar. Por eso dice Pablo en la lectura: “No quiero mi propia justicia que procede de la ley, sino la que se obtiene mediante la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios, basada en la fe” (v. 9). Gracias a Dios porque su justicia es diferente a la del mundo.
Hoy tenemos que dejar atrás este 2016 y esforzarnos por alcanzar lo que no logramos en el 2017. Al fin de cuentas nuestros propósitos como cristianos son los que nos llevarán hacia la meta (v. 14); “En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado” (v. 16). Recordemos que no somos de este mundo; que nuestra vida solo es un peregrinaje aquí en la tierra y tenemos una misión que cumplir como embajadores de su reino. Por lo tanto nos corresponde pensar y ver con ojos celestiales: “nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo” (v. 20).
Así que si fallamos en nuestros propósitos; en lo que pudo ser y no fue, no nos desanimemos, continuemos el camino; llegará el día en que: “Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas” (v. 21). Eso es lo que nos debe animar, cada día que pasa es un estar más cerca de Él.

Amado Señor: Nos presentamos delante de Ti para entregarte este año que termina. Te damos gracias por tantos favores tuyos recibidos a lo largo, pero también te pedimos perdón porque fuimos negligentes especialmente en compartir tu Palabra a los que no te conocen y tal vez también Señor, nos faltó el suficiente amor y sensibilidad para darnos a los demás como deseas que lo hagamos. Ahora enséñanos a olvidar lo que queda atrás para que en el nuevo año podamos esforzarnos y tener la mirada puesta en lo que viene. ¡Gracias buen Señor!

¡FELIZ AÑO PARA TODOS!


Abrazos y bendiciones en el 2017.

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