¿Dónde está la fe de ustedes? —les dijo a sus discípulos. Con temor y asombro ellos se decían unos a otros: ¿Quién es éste, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?Lucas 8:25.
Lectura: Lucas
8:22-25. Versículo del día: Lucas 8:25.
MEDITACIÓN DIARIA
Jesús calma la
tormenta; pero miremos que les dice el Señor a sus discípulos: “¿Dónde está la
fe de ustedes?”. Claro, ellos no solo sintieron temor sino que también quedaron
asombrados. Muy seguramente a nosotros nos pasaría exactamente lo mismo.
Fácilmente se nos olvida que desde el principio el Señor ha sido quien es y que
por medio de Él fueron creadas todas las cosas (Juan 1:1-3); (Génesis 1:9-10). También
somos hombres de poca fe. No podemos dejarnos amedrentar por los hechos ni
mucho menos por las personas porque al igual que a Job, Dios nos confrontará: “Prepárate
a hacerme frente; yo te cuestionaré, y tú me responderás ¿Dónde estabas cuando
puse las bases de la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto!”; “¿Quién
encerró el mar tras sus compuertas cuando éste brotó del vientre de la tierra? ¿O
cuando lo arropé con las nubes y lo envolví en densas tinieblas? ¿O cuando
establecí sus límites y en sus compuertas coloqué cerrojos? ¿O cuando le dije: Sólo
hasta aquí puedes llegar; de aquí no pasarán tus orgullosas olas?” (Job 38:3-4
y 8-11).
El Señor es el Dios del
universo entero y todo, absolutamente todo está bajo su dominio. Ahora, por
otro lado el Señor Jesús les dijo también a sus discípulos: “Ciertamente les
aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun
las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre” (Juan 14:12); y si Dios le ha dado
al hombre dominio sobre su creación, también su fe tiene que alcanzarle para
mover de ser posible montañas. Un ejemplo claro lo tenemos en Josué cuando
ordenó: “Sol, deténte en Gabaón, luna, párate sobre Ayalón. El sol se detuvo y
la luna se paró” (Josué 10:12-13). ¡Increíble para los inconversos!
Tenemos que
preguntarnos: ¿qué nos detiene para testificar de nuestro Dios? Él es el
Grande, Poderoso, Magnífico y Excelente Dios de la creación. Rey de reyes y
Señor de señores que mora en los corazones de quienes se lo permiten. Si tú lo
tienes, posees todo a tu favor. ¡Gloria a Dios!
Amado Señor: Gracias
por mirarnos con tanta benevolencia y darnos todo lo tuyo precisamente para que
no nos quedemos callados y el mundo sepa en cuál Dios es que hemos creído.
Gracias porque nos das el poder y la victoria en las batallas que a diario
tenemos que enfrentar. Gracias porque eres Tú quien mandas a los vientos y al
agua que te obedezcan y lo hacen. Enséñanos a nosotros del mismo modo, a
obedecerte cuando nos mandas hablar de Ti. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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