sábado, 10 de marzo de 2012

El primer mandamiento con promesa

Honra a tu padre y a tu madre, para que disfrutes de una larga vida en la tierra que te da el Señor tu Dios.
Éxodo20:12.


Lectura diaria: Éxodo 20:1-17. Versículo principal: Éxodo 20:12.


REFLEXIÓN


Deuteronomio 5:16 es más explicativo: “Honra a tu padre y a tu madre, como el Señor tu Dios te lo ha ordenado, para que disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da el Señor”. En estos tiempos tan convulsionados y de cambios repentinos y bruscos, hay que recordar los mandatos dejados por el Señor nuestro Dios en el Monte Sinaí. Uno de ellos de gran estima y olvido, es el respetar y amar a nuestros padres.

¿Qué quiere decir en sí, la palabra honrar? Buscando su significado encontré que ante todo es respetar a una persona y como sinónimos: reverenciar, venerar; también lo es acatar, enaltecer, ennoblecer, encomiar y premiar. En otra parte dice: dar honor. Todas estas acciones son las que Dios espera hacia nuestros progenitores. Desafortunadamente, el mundo moderno no da cabida para el tiempo que se les pueda dedicar a ellos. El trabajo, el matrimonio, los hijos, etc., poco dejan espacio para departir unas horas a su lado y hacerles saber que también son importantes en nuestra vida. Vemos a menudo viejecitos intimidados en un ancianato o dejados inclusive en los hospitales sin una mano amorosa y caritativa que los visite o los tenga presente.

Si vamos a lo que significa honrar, no solamente es reverenciar, acatar y enaltecer; hay algo muy importante y es premiar. El apóstol Pablo en su carta a los efesios manda lo siguiente: “Honra a tu padre y a tu madre –que es el primer mandamiento con promesa– para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra” (Ef. 6:2-3). Si tenemos en cuenta el “premiar”, debemos saber y entender que los padres también tienen necesidades y estar listos a proveerles así ellos tengan su pensión u otros ingresos; esto es agradecimiento. Es premiarlos por la labor encomiable que llevaron a cabo al tenernos, sustentarnos y aguantarnos. Se nos está dando una orden: no es si queremos, o ellos fueron a cabalidad lo que esperábamos; no es si nos suplieron las necesidades o lo dejaron de hacer. Dios no se va a esos detalles; simplemente nos lo manda y debemos obedecerle del mismo modo que nos ordena, “amarlo a Él”, sobre todas las cosas; o cualquiera de los otros mandamientos.

Como reflexión: es una bendición tener a los padres vivos; y quienes los tienen a su lado no pueden dejar escapar la promesa. Es necesario aprender a ser mejores hijos honrándolos como Dios desea que se haga; la promesa no se hará esperar si se hace lo correcto; de lo contrario, también se asumirán las consecuencias.


Amado Dios: Tú eres nuestro Padre por excelencia y también entiendes la ingratitud de tus hijos. Enséñanos a portarnos contigo como es tu mandato, para que de igual modo, podamos hacerlo con el padre y la madre que nos has dado.

Un abrazo y bendiciones.

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