Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas –afirma el Señor–.Jeremías 30:17.
Jeremías 30:10-22. Versículo del día: Jeremías 30:17.
ENSEÑANZA
En tiempos de desolación cuando nos dicen frases como: “resiste, el Señor te restaurará” o “a su tiempo Él te sacará de este desierto”, son palabras que simplemente las escuchamos como eso: palabras pero nada más. Cuando llega la adversidad y surge problema tras problema nos preguntamos: ¿hasta cuándo Señor? O ¿por qué a mí? La Palabra de Dios es viva y eficaz, no tiene pierde y en nosotros está el creer o no creer; el desesperarnos y dejarnos llevar por la depresión, o esperar en Él aunque sea difícil. Por más que nos afanemos no podemos ni siquiera añadir una sola hora al curso de nuestra vida (Lc. 12:25), ni siquiera un cabello puesto quen todos están contados (Mt. 10:30). Así que gocémonos con lo que el Señor nos da y dejémosle a cada día su propio afán ¿para qué estresarnos y afligirnos por lo que ya está en manos de Dios?
Con absoluta convicción puedo testificar ahora, que el Señor sí responde; que sus promesas son “sí y amén” (2 Co. 1:20) porque Él sigue siendo fiel, así nosotros no lo seamos (2 Ti. 2:13). Mientras estamos en el desierto, el hambre, la sed, el cansancio nos agobia, más cuando ya lo hemos cruzado y miramos retrospectivamente, podemos discernir claramente el propósito de Dios y ¡cuánto hemos aprendido! Es difícil consolar, si antes no hemos sido consolados.
Cristo Jesús es la mayor garantía que sus promesas se cumplen. Así que si estás pasando por un desierto que parece interminable, árido y desolado, te invito si eres cristiano a confiar plenamente en Aquel que te prometió restauración; y si no lo eres, quizá Dios te ha puesto esa cascarita para que por fin voltees los ojos hacia Él. Si es tu deseo lanzarte es sus brazos y experimentar un cambio en tu vida, podemos orar así:
Señor Jesús: Quiero aprender a confiar en ti. Te necesito y te entrego mi vida para que seas mi Señor y Salvador; perdona mis pecados y toma el control del trono que hasta ahora yo manejo. Hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; gracias por hacerme una persona nueva y enseñarme a depender de ti. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario