martes, 26 de abril de 2011

El corazón endurecido

Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible; se les han embotado los oídos, y se les han cerrado los ojos. De lo contrario, verían con los ojos, oirían con los oídos, entenderían con el corazón y se convertirían, y yo los sanaría.
Hechos 28:27.


Lectura diaria: Hechos 28:17-31. Versículo para memorizar: Hechos 28:27.


ENSEÑANZA


Escuchando las noticias de mi país, sobre tanta calamidad y desolación que ha dejado el invierno a lo largo de todo el territorio, retomé las palabras de una señora de edad avanzada que no es cristiana, o si lo es, no lo sé: “Creo que todo esto está sucediendo porque aquí ya no se permite en los colegios y escuelas hablar de Dios y cada día la gente está más alejada de Él”. Muchos me tildarán de dramática o de fanática, pero considero personalmente que Dios nos está pasando factura por tanta maldad e indiferencia. No se puede decir que la mayoría de habitantes de Colombia no han escuchado el mensaje de las “buenas nuevas” porque nos estaríamos engañando. En casi toda nuestra nación especialmente en las ciudades capitales se ha proclamado el evangelio pero como dice el versículo de estudio: “el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible”; ya son tantos los secuestros, asesinatos, robos, peculados y corrupción, que tal pareciera que nos hemos acostumbrado a ellos, de y pasan al igual que cualquier otra noticia. Si a esto le sumamos la indiferencia de los padres, instituciones educativas y leyes que se promulgan no de libertad sino de libertinaje para el ciudadano donde “Dios está allá y yo aquí” pero nada más, ¿qué podemos esperar de los niños y jóvenes que van creciendo en medio de esta sociedad? Siguen el ejemplo de sus mayores buscando el dinero fácil, sin conciencia ni responsabilidad alguna. Unos lo buscarán a través del narcotráfico, otros de grupos alzados y otros de cuello más estirado a través de la política donde ven la caja de pandora, lista para desocupar.

Es hora de concientizarnos y nosotros los cristianos seguir proclamando al único que puede cambiar y hacer de nuevo a la persona pecadora: Jesucristo; para que se les ablande el corazón, se conviertan y el Señor sane sus vidas y la tierra vuelva a florecer.


Si deseas abrirle tu corazón a Jesús y convertirte a Él, te invito a orar así:


Señor Jesucristo: confieso que soy pecador y te pido perdón por ello. Te abro la puerta de mi vida y te acepto como mi Señor y Salvador. Toma el control y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias por venir a morar conmigo, por perdonarme y limpiarme; y por permitir que hoy entienda el mensaje de redención para mí. En tu nombre Jesús, amén


Un abrazo y bendiciones.

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