lunes, 25 de enero de 2010

¡Si, éste es mi Dios!

En aquel día se dirá: ¡Si, este es nuestro Dios: en él confiamos, y él nos salvó! ¡Éste es el Señor, en él hemos confiado; regocijémonos y alegrémonos en su salvación!

Isaías 25:9.

Lectura diaria: Isaías 25:1-12. Versículo del día: Isaías 25:9.

ENSEÑANZA

El capítulo 25 de Isaías es un canto de alabanza al Señor, donde Isaías reconoce todas sus bondades. Precisamente madrugué a una cita médica con mi oncólogo, porque la semana pasada en el control me mandó llevarle a primera hora de hoy, todos mis exámenes y patologías tomadas durante el proceso, para evaluarlos en una junta de oncología. Llegué bien temprano y cuando el doctor apareció, le entregué lo requerido. Esperé en la sala como 45 o 60 minutos hasta que se acabó la junta y salió mi médico para hablar conmigo. “Todo está bien” me dijo. ¡Gloria a mi Dios! Pensé. “Tienes que volver en tres meses para seguir el control”. No había hecho mi devocional y al llegar a casa, encontré que me correspondía el capítulo 25 de Isaías; teniendo en cuenta algo de la predicación de ayer en la Iglesia, no pude menos que realizarlo sobre “quien es mi Dios” y “en quien he puesto mi confianza”. “Señor te exaltaré y alabaré tu nombre porque has hecho maravillas. Desde tiempos antiguos tus planes son fieles y seguros” (verso 1). Sí, Dios ha hecho maravillas conmigo y además, me recuerda en su Palabra que tiene planes maravillosos para mí. Planes de bienestar con el fin de darme un futuro y una esperanza (Jeremías 29:11). ¡Grandes planes desde tiempos antiguos! Su plan está ligado “conforme a su eterno propósito realizado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Efesios 3:11). ¿Cómo no voy a hablarles de mi Dios? ¿Si es Él quien ha sido en mi angustia, el baluarte y el refugio? Ha sido contra la tormenta mi resguardo y contra el calor, mi sombra (verso 4). Sé que Él devorará a la muerte para siempre y enjugará toda lágrima que brote de mi rostro. ¡Si, éste es mi Dios! Pero no solamente es el mío, también puede ser el tuyo si decides aceptarle en tu vida. Pasarás desiertos, porque la vida cristiana no es un lecho de rosas; pero tendrás la capacidad de cruzarlos con valor porque Él estará ahí, a tu lado para levantarte y cumplir el plan y propósito que tenga contigo. ¿Deseas probar esta maravillosa experiencia? ¡Es muy fácil! Simplemente oremos: Amado Dios, gracias por permitirme conocerte y saber que tienes ya diseñado para mí un futuro promisorio. Hoy decido entregar mi vida a tu Hijo Jesús. Tómala Señor Jesús y has con ella lo que tú deseas. Te recibo como mi Señor y Salvador; gracias por perdonar mis pecados y darme una vida nueva. Quiero caminar contigo ya sea por verdes pastos o en el desierto árido. Sé mi guía, mi consolador, mi sanador y salvador. En tu nombre Jesús, amén. De ahora en adelante empieza a recorrer con Jesús, la sorprendente aventura de tu vida cristiana.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios:

Nadie puede quedar igual ante el impacto de Jesús

  Cuando Pilato oyó eso, tuvo más miedo que nunca. Llevó a Jesús de nuevo a la residencia oficial y le preguntó: ‘¿De dónde eres?’. Pero Jes...