Caí al suelo y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? ¿Quién eres, Señor?”, pregunté. Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues, me contestó él.
Hechos 22:7-8. NVI.
Lectura: Hechos
22:1-21. Versículos del día: Hechos
22:7-8.
MEDITACIÓN DIARIA
Pablo en su defensa ante
los judíos en Jerusalén les cuenta cómo fue su conversión al Señor Jesucristo.
Me fascina leer y releer este testimonio. Definitivamente su conversión se pasa
de extraordinaria. Es que ser el mismo Señor quien lo confronta sabiendo que
Saulo (su antiguo nombre), era un perseguidor acérrimo de su Iglesia, nos deja
sin palabras. Es muy conmovedor y diciente su testimonio.
Definitivamente, Dios utiliza
a quien quiere y como quiere. Con toda razón su Palabra dice que, si nosotros
no hablamos, las piedras gritarán (Lucas 19:40). No podemos callar. Creo que la
lección es aprender a valorar a las personas así sea el más grande matón o
pecador; si les hablamos del Salvador, pueden llegar a convertirse en un instrumento
valioso para el reino de Dios. Al fin de cuentas esa es nuestra misión: llevar
el Evangelio de las Buenas Nuevas. ¡Así que hagámoslo!
Amado Señor: te
damos gracias por tu bendita Palabra. Gracias porque cada día nos redarguyes
más y nos haces reflexionar sobre el comportamiento nuestro con los que tenemos
alrededor. Permite Señor que seamos diligentes al escucharte y sin distingos de
ninguna clase compartamos tu mensaje de amor y perdón por doquier. ¡Te alabamos
bendito Dios!
Un abrazo y bendiciones.
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