Canten en aquel día a la viña escogida: Yo, el Señor, soy su guardián; todo el tiempo riego mi viña. Día y noche cuido de ella para que nadie le haga daño.Isaías 27:2-3.
Lectura: Isaías
27:1-13. Versículos del da: Isaías
27:2-3.
MEDITACIÓN DIARIA
La viña escogida no solamente es el pueblo de Israel, también
lo es su Iglesia a la cual el Señor está continuamente guardando y protegiendo
para que no se le haga daño. La Iglesia debe someterse a Cristo quien es la
raíz y cabeza de esa viña. ¡Él es la vid verdadera! El Padre el Viñador y
nosotros los sarmientos (Juan 15:1.) Por eso nuestro Padre siempre está ahí,
cuidándonos, resguardándonos y
librándonos del mal: “No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te
cuida” (Salmo 121:3); y este cuidado se extiende a lo largo de toda nuestra vida:
“El Señor te guiará siempre; te saciará en tierras resecas, y fortalecerá tus
huesos. Serás como jardín bien regado, como manantial cuyas aguas no se agotan”
(Isaías 58:11). No importa si se es viejo, porque: “Aun en la vejez, cuando ya
peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de
ustedes; los sostendré y los libraré” (Isaías 46:4). Y no solamente esto,
porque el Señor de la viña dice que Él nos da vida eterna y jamás pereceremos; estamos
en sus manos y de allí nadie podrá arrebatarnos (Juan 10:28). ¡Gloria a Dios
por sus promesas! ¡Es hora de cantar y loar a nuestro Dios, a nuestro gran Viñador!
Amado Señor: Gracias
por tenernos como parte de tu viña. En verdad, jamás alcanzaremos a reconocer
todo lo que haces para continuar tu buena obra en cada uno de nosotros. Gracias
por regarnos, por podarnos cuando lo crees necesario y gracias por permitir que
vayamos creciendo aun en medio de pedregales y tierras áridas. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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