lunes, 12 de enero de 2015

Bendición espiritual para todo el que se acoja a Él




Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra! 
Génesis 12:3.


Lectura: Génesis 12:1-9.  Versículo del día: Génesis 12:3.

MEDITACIÓN DIARIA

Somos especiales; somos parte de los pueblos bendecidos por Dios, por intermedio de Abraham; Gracias a esta promesa también se nos cuenta como hijos de fe: “Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe. En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones” (Gálatas 3:7-8); “Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia” (Hechos 3:25).
El pueblo de Israel rechazó al Señor y no lo le creyó. Llegará el momento en que lo reconozcan y lamenten por haberlo despreciado (Zacarías 12:9-10). Por ahora todo el que acepte a Jesucristo como Señor y Salvador será ricamente bendecido sea cual sea su estirpe: “En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos” (Colosenses 3:11). Gracias a Dios, estamos unidos a Cristo Jesús a quien Dios ha hecho nuestra justificación, santificación y redención (1 Corintios 1:30).
El evangelio de Jesús es ofrecido a todos los pueblos y naciones. Es la bendición que nos llega a través de un descendiente de Abraham, porque el Señor era de descendencia judía. ¿Queremos ser ricamente bendecidos? Cojámonos del que nos trae esa bendición para entrar en el gozo de todos los que en el cielo participaremos de la gloria de Dios, lavados y justificados: “Después de esto miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la mano. Gritaban a gran voz: ¡La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!” (Apocalipsis 7: 9-10).

Amado Señor Jesús: Gracias a Ti, gozamos de la bendición que le ofreciste a Abraham. Gracias porque por tu gracia somos justificados y lavados y entraremos en el gozo de tu salvación. ¡Te adoramos Señor y engrandecemos tu Nombre!

Un abrazo y bendiciones.

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