Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!Génesis 12:3.
Lectura: Génesis 12:1-9. Versículo del día: Génesis 12:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Somos especiales; somos
parte de los pueblos bendecidos por Dios, por intermedio de Abraham; Gracias a
esta promesa también se nos cuenta como hijos de fe: “Por lo tanto, sepan que
los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe. En efecto, la
Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones,
anunció de antemano el evangelio a Abraham: Por medio de ti serán bendecidas
todas las naciones” (Gálatas 3:7-8); “Ustedes, pues, son herederos de los
profetas y del pacto que Dios estableció con nuestros antepasados al decirle a
Abraham: Todos los pueblos del mundo serán bendecidos por medio de tu
descendencia” (Hechos 3:25).
El pueblo de Israel
rechazó al Señor y no lo le creyó. Llegará el momento en que lo reconozcan y
lamenten por haberlo despreciado (Zacarías 12:9-10). Por ahora todo el que
acepte a Jesucristo como Señor y Salvador será ricamente bendecido sea cual sea
su estirpe: “En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni
incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y
está en todos” (Colosenses 3:11). Gracias a Dios, estamos unidos a Cristo Jesús
a quien Dios ha hecho nuestra justificación, santificación y redención (1
Corintios 1:30).
El
evangelio de Jesús es ofrecido a todos los pueblos y naciones. Es la bendición
que nos llega a través de un descendiente de Abraham, porque el Señor era de
descendencia judía. ¿Queremos ser ricamente bendecidos? Cojámonos del que nos
trae esa bendición para entrar en el gozo de todos los que en el cielo
participaremos de la gloria de Dios, lavados y justificados: “Después de esto
miré, y apareció una multitud tomada de todas las naciones, tribus, pueblos y
lenguas; era tan grande que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del
trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con ramas de palma en la
mano. Gritaban a gran voz: ¡La salvación viene de nuestro Dios, que está
sentado en el trono, y del Cordero!” (Apocalipsis 7: 9-10).
Amado Señor Jesús:
Gracias a Ti, gozamos de la bendición que le ofreciste a Abraham. Gracias
porque por tu gracia somos justificados y lavados y entraremos en el gozo de tu
salvación. ¡Te adoramos Señor y engrandecemos tu Nombre!
Un abrazo y
bendiciones.
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