Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta y el Señor te lo recompensará.Proverbios 25:21-22.
Lectura diaria: Proverbios
25:1-28. Versículos principales: Proverbios 25:21-22.
REFLEXIÓN
Hay que estar recalcando sobre el
amor, porque con frecuencia se nos olvida qué fue lo que el Señor hizo en verdad
por nosotros al ser crucificado y padecer en una cruz. Fue nada más y nada menos, que la obra
redentora por la humanidad donde se encierra una sola palabra, la más sublime y
gloriosa: Amor. De este mismo modo, el Señor nos mandó amar al prójimo como a
nosotros mismos (Mateo 22:39), y perdonar al enemigo: “Pero yo les digo: Amen a
sus enemigos y oren por quienes los persiguen” (Mateo 5:44). E incluso nos dice que si nos pegan en una
mejilla, pongamos la otra; y que si quieren la capa, les demos también la
camisa (Mateo 5:39-41).
No es fácil amar al enemigo, pero
ahí está el detalle, no sacamos nada con amar a quien nos hace el bien, al fin
de cuentas nada tiene contra nosotros, pero amar a quien nos ha agraviado no es
simple. Pablo también nos dice: “No
paguen a nadie mal por mal. Procuren
hacer lo bueno delante de todos”; “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen
el castigo en manos de Dios, porque está escrito: ‘Mía es la venganza, yo
pagaré’, dice el Señor” (Romanos 12:17 y 19).
Dios nos manda amar, lo demás le corresponde a Él.
El Señor recalca mucho sobre el
amor al prójimo y debemos tener esto en cuenta porque es el mandamiento nuevo
dejado por el Señor Jesucristo (Juan 13:34).
Una lección bien fuerte para poner en práctica: “Así como yo los he
amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros”. ¿Y cómo nos amó el Señor? Al punto de dar su vida por nosotros; y no se
entregó precisamente por unas joyas, sino por el hombre cargado de multitud de
pecados.
El amar a los enemigos implica de
hecho el perdón. ¿Si no perdonamos cómo
amamos? La regla que debemos tener
presente en estos casos es: Si Dios me perdona a mí y me ama tal como soy, ¿por
qué yo no perdono y amo de la misma manera?
Practiquemos de verdad el amor al
prójimo, en especial a quien nos haya hecho mal; porque quien no ama no ha
conocido a Dios porque Dios es amor: “Y él nos ha dado este mandamiento: el que
ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21). No dejemos pasar inadvertido el ofrecer
amor. Demostrémoslo no solamente con
hechos, una palabra amorosa puede hacer mucho por quien la escucha. Amemos de corazón y con labios sinceros.
Señor Jesús: Me amaste sin
reparos; moriste en una cruz por mí, sanaste mis heridas y aún todavía sigues a
mi lado dándome tu protección y sanidad.
Permite que de igual manera yo aprenda a amar a mi prójimo y a perdonar
a mi enemigo, tal como lo harías tú.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario