martes, 25 de septiembre de 2012

Amar al enemigo



Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber.  Actuando así, harás que se avergüence de su conducta y el Señor te lo recompensará.  
 Proverbios 25:21-22.


Lectura diaria: Proverbios 25:1-28.  Versículos principales: Proverbios 25:21-22.

REFLEXIÓN

Hay que estar recalcando sobre el amor, porque con frecuencia se nos olvida qué fue lo que el Señor hizo en verdad por nosotros al ser crucificado y padecer en una cruz.  Fue nada más y nada menos, que la obra redentora por la humanidad donde se encierra una sola palabra, la más sublime y gloriosa: Amor. De este mismo modo, el Señor nos mandó amar al prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39), y perdonar al enemigo: “Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen” (Mateo 5:44).  E incluso nos dice que si nos pegan en una mejilla, pongamos la otra; y que si quieren la capa, les demos también la camisa (Mateo 5:39-41).
No es fácil amar al enemigo, pero ahí está el detalle, no sacamos nada con amar a quien nos hace el bien, al fin de cuentas nada tiene contra nosotros, pero amar a quien nos ha agraviado no es simple.  Pablo también nos dice: “No paguen a nadie mal por mal.  Procuren hacer lo bueno delante de todos”; “No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en manos de Dios, porque está escrito: ‘Mía es la venganza, yo pagaré’, dice el Señor” (Romanos 12:17 y 19).  Dios nos manda amar, lo demás le corresponde a Él. 
El Señor recalca mucho sobre el amor al prójimo y debemos tener esto en cuenta porque es el mandamiento nuevo dejado por el Señor Jesucristo (Juan 13:34).  Una lección bien fuerte para poner en práctica: “Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros”.  ¿Y cómo nos amó el Señor?  Al punto de dar su vida por nosotros; y no se entregó precisamente por unas joyas, sino por el hombre cargado de multitud de pecados. 
El amar a los enemigos implica de hecho el perdón.  ¿Si no perdonamos cómo amamos?  La regla que debemos tener presente en estos casos es: Si Dios me perdona a mí y me ama tal como soy, ¿por qué yo no perdono y amo de la misma manera? 
Practiquemos de verdad el amor al prójimo, en especial a quien nos haya hecho mal; porque quien no ama no ha conocido a Dios porque Dios es amor: “Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano” (1 Juan 4:21).  No dejemos pasar inadvertido el ofrecer amor.  Demostrémoslo no solamente con hechos, una palabra amorosa puede hacer mucho por quien la escucha.  Amemos de corazón y con labios sinceros.

Señor Jesús: Me amaste sin reparos; moriste en una cruz por mí, sanaste mis heridas y aún todavía sigues a mi lado dándome tu protección y sanidad.  Permite que de igual manera yo aprenda a amar a mi prójimo y a perdonar a mi enemigo, tal como lo harías tú.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: