No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer por el mensaje de ellos... Permite que alcancen la perfección en la unidad.Juan 17:20 y 23b.
Lectura diaria: Juan 17:20-26. Versículos para destacar: Juan 17:20 y 23b.
ENSEÑANZA
El Señor en el momento culminante de su ministerio, cuando ve que la hora ha llegado y sufre lo indecible, no solo ora por sí mismo y sus discípulos, también ora por nosotros los que venimos detrás de ellos. Ruega al Padre por la unidad (v. 22) y el amor (v. 26). Cualidades que todos los cristianos debemos buscar al máximo y que debería ser el sello que nos identificara. Sin embargo, lo menos que vemos en la iglesia de Dios es la unidad; cada congregación se considera más que única y si acaso se busca una con otra es para presentar ante el gobierno una queja o necesidad. Si nos vamos al campo del amor, el gemido de muchos creyentes es la indiferencia de sus iglesias especialmente en todas aquellas llamadas “mega-iglesias”. Son tantos los fieles que así el pastor quiera saludarlos a todos, le es imposible. La situación hace que muchos ni siquiera conozcan a los suyos y que sean ante ellos como uno más del montón, quedando por fuera el don y fruto más preciado y del cual todos estamos ávidos: el amor. Sin tener unidad y sin tener amor, difícilmente damos el testimonio que nos corresponde.
Jesús clamaba al Padre porque de antemano ya nos conocía y sabía muy bien de nuestro ego e inestabilidad emocional: queremos ser los únicos y lo medimos de acuerdo al momento en que nos encontremos. De esta manera el compañerismo, la unidad que el Señor desea queda por fuera porque lo que menos nos identifica es el amor que sería el primer ingrediente para alcanzar esa unidad. Sin embargo su petición no mide defectos ni obstáculos y continúa: “Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy” (v. 24), ¡gloria a Dios por ello! El Señor tenía claro que moriría y resucitaría para estar siempre a nuestro lado aunque tuviéramos un cúmulo de imperfecciones. Solo le bastaba que le reconociéramos como el enviado del Padre (v. 25) a cumplir una misión y lo demás vendría a cada uno por añadidura; nos lo daría a conocer a través de su Santo Espíritu quien nos guiaría a toda la verdad (Jn.16:13) ¡Qué buen Maestro el que oró por nosotros!
Para reflexionar sobre el amor incondicional de Dios nuestro Señor y buscar la unidad en el seno de su iglesia como es su deseo, empecemos al menos en cada una de las congregaciones donde nos reunimos, a dar el amor que nos lleve a la perfección en la unidad. Y desde ahora oremos también por los que han de venir detrás nuestro, como nos lo enseñó el Gran Maestro.
Jesús también oró por ti, para que le conocieras y entraras a formar parte de su redil. Está tocando a la puerta de tu vida y es tu decisión si lo dejas seguir o no. Si deseas hacerlo te puedo indicar cómo logarlo. En sencillo, con una corta oración como la siguiente puedes abrirle la puerta. Te invito a orarle así:
Amado Jesús: Hoy creo que eres el Hijo de Dios y que viniste a morir por mis pecados; decido abrirte la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador personal. Toma el control del trono de mi vida, perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por perdonarme, gracias por haber orado por mí desde antes que yo te conociera, gracias también por estar siempre a mi lado sin importarte como soy o como me siento; y gracias por darme todo el poder de tu Santo Espíritu para continuar por tu senda. En tu nombre Jesús, amén.
Un abrazo y bendiciones.
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