jueves, 12 de agosto de 2010

La disciplina de Dios

Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.
Hebreos 12:5-6.


Lectura diaria: Hebreos 12:1-13. Versículo del día: Hebreos 12:5-6.

ENSEÑANZA

A veces creemos que las aflicciones y problemas que nos llegan son porque Dios no nos ama o quizá otros piensen que no se les ha perdonado. Múltiples pensamientos llegan a nuestra mente cuando se está pasando por adversidad. Personalmente pienso que al contrario, Dios me ama tanto que desea tenerme cerca lo más posible, así sea a costa de la desdicha. Si ponemos atención a las palabras de aquí en Hebreos nos damos cuenta que como hijos amados, necesitamos ser disciplinados por nuestro Padre Dios. Esto sólo se puede entender cuando tenemos hijos y los educamos. Así nos duela, cuando el castigo es necesario hay que ejecutarlo porque más tarde ellos nos lo agradecerán. En la relación con Dios, sucede lo mismo: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella” (v. 11). Muy cierto, cuando estamos en la tribulación no nos produce la más mínima alegría, quien diga lo contrario es mentiroso; lo que sucede es que después al recapacitar y mirar la vida desde otra óptica, podemos vislumbrar la disciplina como consecuencia del amor del maravilloso Padre celestial que tenemos. Recuerda, la disciplina duela pero es necesaria.

Un abrazo y bendiciones.

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