El domingo por la mañana temprano, mientras aún estaba oscuro, María Magdalena llegó a la tumba y vio que habían rodado la piedra de la entrada. Corrió y se encontró con Simón Pedro y con el otro discípulo, a quien Jesús amaba. Les dijo: ¡Sacaron de la tumba el cuerpo del Señor, y no sabemos dónde lo pusieron!
Juan 20:1-2. NTV.
Lectura:
Juan 20:1-10. Versículos del día: Juan
20:1-2.
MEDITACIÓN
DIARIA
Los
que amaban a Jesús, fueron a visitar la tumba y tuvieron la sorpresa de que el
cuerpo del Señor ya no estaba. ¡Gloria a Dios! ¡El Señor resucitó! Y resucitó
para darnos vida aquí en la tierra y vida eterna por siempre a su lado. Con su
resurrección Jesús nos demuestra que Él tiene poder sobre la vida y la muerte.
Todos
somos pecadores y necesitamos de Jesús. El pecado nos separa de Dios. Romanos
3:23 nos dice que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de
Dios. A ti amigo me dirijo: es necesario conocer el amor y el plan de Dios para
tu vida. Dios te muestra su amor, aun siendo pecador, porque Cristo murió por
ti y también lo hizo por mí. Él es el único camino para llegar a Dios Padre; Él
es el puente que puedes cruzar del abismo que te separa de Dios. Por todo esto,
lo que te queda es recibir a Cristo en tu corazón (Juan 1:12). Lo recibes por
medio de la fe, (Efesios 2:8-9) y con una corta oración muy sincera de tu
parte. Si te parece, te puedo guiar a orar. Dile a Jesús así:
Señor
Jesús: muchas gracias por haber muerto por mí en esa cruenta cruz; gracias
porque también resucitaste para darme vida. Hoy yo decido aceptarte en mi vida
como Señor y Salvador. Toma el control del trono que yo manejo y hazme la
persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonar mis pecados, limpiarme y
darme la vida eterna a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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