jueves, 30 de abril de 2015

No aceptamos por envidia y orgullo





Y se escandalizaban a causa de él. Pero Jesús les dijo: —En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa. 
Mateo 13:57.

Lectura: Mateo 13:53-58.  Versículo del día: Mateo 13:57.

MEDITACIÓN DIARIA

“En todas partes se honra a un profeta, menos en su tierra y en su propia casa”. Esta frase dicha por el Señor Jesús al regresar a Nazaret y predicar en la sinagoga, nos hace pensar en el presente. Según  relata también Lucas este episodio y lo complementa, muchos admiraban las palabras de Jesús (Lucas 4:21-22), pero al leerles Isaías donde habla de Él mismo, los suyos no lo aceptan. Su vanagloria no les permite ni siquiera pensar que uno de su pueblo se crea mejor que los eruditos de la ley y menos que se auto-denomine como el Salvador prometido. Susurraban entre ellos: “¿No es acaso el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María; y no son sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?  ¿No están con nosotros todas sus hermanas? ¿Así que de dónde sacó todas estas cosas?  Y se escandalizaban a causa de él” (vv. 55-57).
Algo muy parecido sucede en todos los ámbitos hoy día: la envidia es el mayor de los males y la madre de todos los vicios. El ego sentado en el trono de cada persona no le admite ver los triunfos ni los logros alcanzados por otros. El corazón orgulloso y envalentonado no acepta que se encuentren otros por encima del suyo. El cristiano tiene que estar preparado para que lo critiquen e incluso lo persigan o martiricen. Quizá en el fondo lo que no nos deja avanzar es el pecado de crítica y chisme. Meditemos y no menospreciemos ni hablemos mal de los que son escogidos para predicar las Buenas de salvación. En primer lugar no somos llamados a juzgar ni tampoco a ser piedra de tropiezo para los que en verdad creen. Meditemos en ello.

Amado Señor: Te damos gracias por ser parte de los de tu reino aquí en la tierra. Bien sabemos Señor que tendremos oposición empezando por los nuestros y rechazo de muchos al anunciar tu Palabra, pero enséñanos a mirar adelante y no voltear para atrás, así nos maltraten y vituperen.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 29 de abril de 2015

La obra es tuya Señor



Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas. 
Mateo 11:32.


Lectura: Mateo 11:31-35.  Versículo del día: Mateo 11:32.

MEDITACIÓN DIARIA

El Señor se refiere aquí a la parábola de la semilla de mostaza. Les siguió hablando en parábolas a la multitud, para lograr que le entendieran (vv. 34-35).
Personalmente considero que la parábola se refiere a los que reciben el mensaje del Señor y pensamos que esa persona lo tomó muy a la ligera, no le puso responsabilidad ni credibilidad y siguió su rumbo. Más tarde cuando nos reencontramos con ella, nos damos cuenta que en realidad creció, está firme en el Evangelio y que incluso es ejemplo para nosotros. Lo digo porque me ha sucedido; entonces le doy gracias al Señor porque algo que también me muestra, es que la Palabra de Dios nunca regresa vacía. No podemos menospreciar a nadie cuando compartimos; no somos nosotros los que hacemos la obra. No somos nosotros los que batallaremos con sus inquietudes; todo es misión del bendito Espíritu Santo que empieza su obra regeneradora en cada uno. De nuestra parte, lo que nos queda es obedecer: “vayan y hagan discípulos” (Mateo 28:19). Cada quien hace lo que le corresponde, que el Señor se encargará de las añadiduras. Cuando miremos nuevamente, tendremos la buena sorpresa que incluso allí, los pajaritos han hecho sus casas: alrededor de esa persona hay otros tantos, que también han llegado a los pies del divino Maestro. Nos regocijamos y damos gloria a Dios.

Amado Señor: Gracias por las enseñanzas de tu Palabra. Gracias porque solamente necesitamos el querer como el hacer y obedecer tu orden: ir. Gracias porque tu Palabra cala hasta lo más profundo de los huesos y tu Santo y poderoso Espíritu va mostrando e instruyendo en el camino. Gracias por todos los que te han conocido y ahora son en tus manos instrumentos muy valiosos. Perdona nuestra falta de fe en el  momento en que no creímos en ellos. ¡La obra es tuya Señor y para Ti es toda la honra y gloria!

Un abrazo y bendiciones.