lunes, 30 de junio de 2014

Hay que aprender a distinguir



Si con Cristo ustedes ya han muerto a los principios de este mundo, ¿por qué, como si todavía pertenecieran al mundo, se someten a preceptos tales como: No tomes en tus manos, no pruebes, no toques? 
Colosenses 2:20-21.


Lectura: Colosenses 2:6-23.  Versículo del día: Colosenses 2:20-21.

MEDITACIÓN DIARIA

Muchos creyentes recién convertidos se encuentran con personas o líderes que como dice aquí el apóstol Pablo, muestran es una falsa humildad (v. 18),  y asignan cargas no solo a los que hasta ahora llegan al Evangelio sino a toda su feligresía, imponiéndoles una cantidad de preceptos que ni  ellos pueden llevar sobre sus hombros.  El cristianismo es un modo de vida; ni siquiera es una religión, aunque en términos generales se vea como tal.  Por lo tanto, no podemos dejar apabullarnos por normas como: ‘no te cortes el cabello’ (mujeres) o ‘tienes que cortarte el cabello’ (hombres); ‘no te pongas’; ‘no uses…’; ‘no comas…’; etc.  De ahí que sea tan necesario ir alimentándonos de la Palabra de Dios y de ir creciendo espiritualmente, para que todo lo que escuchemos, lo podamos confrontar y saber si es así o no.  
La persona que recibe al Señor en su corazón como Salvador personal, empieza a descubrir una vida plena, abundante y diferente (Juan 10:10b), porque entiende lo que Jesucristo vino a hacer por ella.  Por acción sobrenatural del Espíritu Santo, se convence de pecado y comprende los principios básicos de su fe; como consecuencia, desea obedecer a Dios y seguirle. Si se obedece, lloverán cientos de bendiciones (Deuteronomio 28:1-14).  Si se desobedece, las consecuencias no se harán esperar. El cristiano decide.  Los preceptos humanos no sirven de nada: “Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo” (v. 17 en la lectura), y la actitud de Cristo fue de humildad y obediencia.   

Amado Señor: Gracias por conocer tu Palabra y querer seguirla para obedecerte como es tu deseo que lo hagamos.  Permite que seamos guiados por tu Santo Espíritu y aprendamos a distinguir entre tus ordenanzas y  las basadas en reglas humanas que desaparecerán con el tiempo sin dejar ningún fruto que se pueda esparcir.

Un abrazo y bendiciones.

domingo, 29 de junio de 2014

Somos la novia blanca y radiante




Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte.  
 Colosenses 1:22.


Lectura: Colosenses 1:3-23.  Versículo del día: Colosenses 1:22.

MEDITACIÓN DIARIA

Bien claro nos queda, que fue el mismo Dios Padre quien buscó la manera de reconciliarnos con Él, por medio de su Hijo Jesús: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).  Éramos pecadores en otro tiempo, estábamos alejados completamente de Dios (v. 21 en la lectura), pero conocimos la verdad y esa verdad nos ha hecho ya libres (Juan 8:32), libres del pecado; libres de las garras de Satanás y somos posesión de Dios.  Ahora, nosotros somos su cuerpo, su Iglesia; fuimos purificados y lavados para presentársela a sí mismo como la novia radiante, sin mancha ni arruga, sino santa e intachable (Efesios 5:27).  Sin más vueltas, tanto tú, como yo somos su novia y nos regocijamos en la bendita esperanza de verlo regresar pronto para llevarnos por siempre junto a Él.
Todo el trabajo del Señor Jesús aquí en la tierra no fue en vano.  Su cruel pasión y muerte nos reconcilió de una vez y para siempre. ¡Gloria a Dios por habernos tenido en cuenta para ser partícipes de tan hermoso regalo!

Amado Señor: El mundo está un caos de egoísmo y libertinaje que solamente tú puedes remediar. Muchas gracias por habernos sacado de allí, y por el privilegio de presentarnos delante de ti como la novia amada, limpia y sin mancha alguna.  ¡Te amamos Señor y esperamos ansiosos tu pronto regreso!

Un abrazo y bendiciones.

sábado, 28 de junio de 2014

Todo bajo el control de nuestro Padre




No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. 
Filipenses 4:6.


Lectura: Filipenses 4:4-9.  Versículo del día: Filipenses 4:6.

MEDITACIÓN DIARIA

Si pusiéramos la atención debida a este versículo, seguro que viviríamos más tranquilos.  Pero no; somos dados a sufrir por problemas pequeños o grandes, por igual.  Sé que no es fácil estar pasando por situaciones complicadas y voltear nuestros ojos a Dios poniéndolo a Él de primero. Y mucho menos, decirle: ‘Señor, gracias’.  Sin embargo, esto es lo que el Señor espera de nosotros. 
Cuando un niño se cae y tropieza fuertemente al punto de sangrar, recurre a los brazos de papá o mamá quienes inmediatamente hacen lo que sea por levantarlo y brindarle la atención debida. Entonces consideremos que nuestro Papito amado lo hará mucho mejor con nosotros.  Por eso siempre debemos recurrir a Él; que sea el primero en saberlo, el primero en atendernos con su consejo y sabiduría; y el primero en darnos la solución. Y no olvidemos darle las gracias.  Dios desea que aprendamos a ser agradecidos.  Además es una orden: “den gracias a Dios en toda situación” (1 Tesalonicenses 5:18). Así las cosas no salgan como queremos o no se resuelvan a nuestro favor, nuestro deber es dar gracias.  Dios, quien tiene la batuta, bien sabrá el porqué de ese suceso.

Amado Señor: Nos presentamos delante de ti con necesidades físicas, emocionales, espirituales y económicas.  Descargamos todo el peso que ellas nos producen en tu regazo, porque sabemos que deseas lo mejor para nosotros y estás interesado como buen Padre, en el bienestar nuestro.  Te damos gracias, cualquiera que sea la respuesta que nos dispongas y exaltamos tu nombre por siempre.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 27 de junio de 2014

Buscar la excelencia no la perfección



No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. 
Filipenses 3:12.

Lectura: Filipenses 3:12-21.  Versículo del día: Filipenses 3:12.

MEDITACIÓN DIARIA

Si el apóstol Pablo que era un erudito en las Escrituras y que tuvo un encuentro directamente con el Señor cuando lo llamó a su ministerio, decía muy claramente que no era perfecto, con mayor razón nosotros que no somos tan versados ni tan entregados a su obra: “Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante” (v. 13). Sin embargo, nosotros tenemos la obligación de esforzarnos cada día más; de buscar la excelencia hasta alcanzar la meta para recibir el galardón que el Señor nos tiene preparado (v. 14).
En ocasiones se nos tilda o reprocha porque también caemos como cualquier humano, sin tener en cuenta que a pesar de ello ya hemos sido justificados por la sangre de Cristo. Siempre lo he dicho: podemos caer pero no nos quedamos en el suelo. De ahí tan importante la confesión inmediatamente nos damos cuenta que hemos fallado. “En todo caso, vivamos de acuerdo con lo que ya hemos alcanzado” (v. 16).
Esforcémonos en olvidar lo que queda atrás; no permitamos que las situaciones de malos momentos hagan huella en nuestro corazón.  Somos ciudadanos del cielo, no de esta tierra, y allí anhelamos recibir a nuestro Salvador Jesucristo (v. 20).  Busquemos la excelencia, no la perfección.

Amado Señor: Te damos gracias porque aun sabiendo que somos imperfectos, siempre estás dispuesto a levantarnos y proseguir la marcha hasta encontrar la meta de la patria celestial.  Gracias porque tú, que empezaste tan buena obra en cada uno de nosotros, la terminarás hasta el final.

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 26 de junio de 2014

Sin dejar que el orgullo nos venza




No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.  
 Filipenses 2:3.


Lectura: Filipenses 2:1-11.  Versículo del día: Filipenses 2:3.

MEDITACIÓN DIARIA

La verdad, yo quería pasar por alto este versículo, pero el Espíritu Santo me hizo retroceder. Muchas veces recibimos ofensas de personas que consideramos fatuas o tontas y quizá  pasa que por venir de ellas, más rabia nos da.  El Señor es experto en ponernos en medio de situaciones difíciles para ver hasta dónde llega nuestra madurez espiritual.  ¿Qué tanto es el amor que decimos tener? ¿Qué tanta la misericordia y el perdón?
Este versículo me ha hecho recapacitar y reflexionar, si de verdad considero a quien me ha lastimado, como superior a mí.  ¡Humm, cuánto nos cuesta! Tal vez, las palabras en defensa que teníamos para ellos sean las mismas que les estamos criticando.  Por eso: “No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:1-2).  ¿No seré más bien yo, la presumida y vana a quien estaba reprochando?
Dice más adelante la lectura de hoy que nuestra actitud debe ser como la de Cristo, quien siendo Dios, no se aferró a esa condición sino que se rebajó voluntariamente para hacerse siervo; se humilló y se hizo obediente hasta la muerte (vv. 5-8).   Si eso lo hizo el Señor, siendo Dios, ¿quién nos creemos que somos para actuar con arrogancia?

Amado Señor: Te pedimos perdón por las veces que hemos dejado que el orgullo aflore en nuestras vidas y que por no perdonar como nos mandas, actuamos con desdén, egoísmo y presunción.  Enséñanos a tener siempre una actitud de humildad y obediencia para ser bendecidos como lo quieres hacer en nuestras vidas.

Un abrazo y bendiciones.