sábado, 30 de noviembre de 2013

Una aventura para saberla disfrutar



Dichoso el que tiene en ti su fortaleza, que sólo piensa en recorrer tus sendas.  
 Salmo 84:5


Lectura: Salmo 84:1-12.  Versículo del día: Salmo 84:5.

MEDITACIÓN DIARIA

La palabra dichoso significa feliz, muy feliz, bienaventurado; y bienaventurado es una palabra compuesta del adjetivo bien y del participio del verbo aventurar.  Según el Diccionario Etimológico, bienaventurado –indica  dotado de un buen pronóstico para las cosas que le han de venir. 
Personalmente, tomándolo para nuestra meditación se me antoja que la persona que mira su vida como una buena aventura es la que se contenta cualquiera que sea su situación.  Por eso dice más adelante el salmista: “Cuando pasa por el valle de las Lágrimas  lo convierte en región de manantiales; también las lluvias tempranas cubren de bendiciones el valle” (v. 6).
Como cristianos somos llamados a ser bienaventurados, felices.  La alegría debe de ser nuestro sentimiento que salga a flote.  Ya tenemos lo más lindo que se pueda tener: al Señor de señores y Rey de reyes; el que vino a darnos vida en abundancia, el que vino a calmar nuestros dolores y a llevar todo el peso de nuestros pecados.  Si miramos tantas bendiciones, nos daremos cuenta que no tenemos por qué estar cabizbajos, melancólicos y tristes.  El fruto del Espíritu es alegría y si nos falta debemos pedírsela al Espíritu Santo que seguro nos llenará de ella. 
El cristiano dichoso es el que sabe cambiar ese valle de lágrimas por el paso de la esperanza (Oseas 2:15); es allí precisamente donde el Señor dice que nos devolverá nuestros viñedos. ¿Cuál será ese viñedo perdido: salud, estabilidad emocional, económica, espiritual?  Todos, absolutamente todos pasamos en algún momento o en diferentes, por el valle de lágrimas.  No siempre estaremos en la cima; pero lo importante es sacarle también el mayor provecho a esa estadía mirando objetivamente las bendiciones que vendrán detrás de ese valle.  Eso es recorrer las sendas del Señor llenos de su fortaleza; una vida de aventura y propósito.

Amado Dios: Gracias por enseñarnos a ver la vida con alegría; con la ilusión verdadera basada en la esperanza gloriosa que nos espera.  Queremos recorrer cimas, valles, desiertos y peñascos agarrados de tu mano para no caernos. Te pedimos que nos llenes de tu Santo Espíritu para que todo su fruto brote en nuestro ser crucemos por donde crucemos y podamos mostrar ante el mundo la alegría de conocerte y estar siempre a tu lado.

Un abrazo y bendiciones.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Hay que levantarse, aprender y volver a empezar



Porque siete veces podrá caer el justo, pero otras tantas se levantará; los malvados, en cambio, se hundirán en la desgracia. 
Proverbios 24:16.


Lectura: 1 Juan 1:5-2:1.  Versículo del día: Proverbios 24:16.

El pecado no nos deja mirar más allá.  El Señor Jesucristo murió por todos nuestros pecados y cuando caemos el Espíritu Santo nos exhorta.  Muchas personas creen que por el hecho de ser nosotros cristianos entonces somos infalibles y así no es.  Tenemos tentaciones y pecamos igual que los incrédulos; la diferencia radica en que el Señor no nos dejará caídos.  En el Señor Jesucristo tenemos el perdón de pecados  (1 Juan 2:1 en la lectura).  Tenemos que admitir ante Dios que somos débiles, que hemos caído y fracasado y el Señor mismo se encargará de restaurarnos y levantarnos nuevamente como lo hizo con Pedro.  Pedro lo negó tres veces antes de su muerte y en un momento crucial para el Señor; cuando debería haberle dado su apoyo, le dio la espalda y lo abandonó; sin embargo el Señor amorosamente, después de su resurrección lo restableció.  Tres veces también le preguntó: –¿me amas Pedro?   Cuida mis ovejas–.  Pedro muy sinceramente le responde como triste: –Señor, Tú lo sabes todo; tú sabes que te amo– (Juan 21:15-17).  Esto lo hizo Jesús, porque conocía la condición de Pedro; para que no se sintiera mal, para que quitara el peso que llevaba dentro y para que retomara nuevas fuerzas y comenzara su ministerio de evangelización.  
Todo el que diga que no ha pecado es un mentiroso (1 Juan 1:8 en la lectura); igual el que diga que jamás ha tenido un fracaso o una adversidad.  Si miramos a nuestro alrededor, eso es lo que vemos a diario.  Espejos tenemos por montones; así que nosotros no somos la excepción. Como creyentes marcamos la diferencia porque sí, es diferente; en el Señor Jesucristo tenemos la solución. Y lo importante ante el fracaso es la humildad que nos debe caracterizar para reconocer nuestro error y dirigirnos ante nuestro Redentor para recibir su perdón, tomar nuevas fuerzas y continuar.  Lo peor que podríamos hacer es quedarnos caídos.  De las caídas, de los fracasos y adversidades es que aprendemos a luchar, a ser constantes y a vencer.  No nos desanimemos si estamos pasando por estas etapas.  El que pagó por nosotros  ya venció y está listo a darnos la victoria.

Amado Señor: Gracias porque siempre estás presente y listo a restituirnos. Gracias por tener en ti el perdón de nuestras faltas, y gracias porque después de la caída nos levantas y nos enseñas amorosamente para volver a empezar.   

Un abrazo y bendiciones.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Comisionados generación tras generación




Mis labios pronunciarán parábolas y evocarán misterios de antaño,  cosas que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.  
 Salmo 78:2-3.


Lectura: Salmo 78:1- 31.  Versículos del día: Salmo 78:2-3.

MEDITACIÓN DIARIA

Sí, lo digo y repito una y otra vez: es imposible quedarnos callados y no testificar de las bondades del Señor. La Palabra de Dios, debe seguir generación tras generación y por eso mi oración es diciéndole al Señor que me permita conocer a mis nietos, para hablarles a ellos de las hazañas alcanzadas por su clemencia en nuestras vidas. “No las esconderemos de sus descendientes; hablaremos a la generación venidera del poder del Señor, de sus proezas,  y de las maravillas que ha realizado” (v. 4). Y para que ellos a su vez continúen de igual manera la obra comenzada, y el mensaje de salvación se vaya difundiendo a pesar de los años que transcurran (vv. 5b y 6).  Dice el Salmo más adelante, que para que ellos también pongan su confianza en el Señor y no se olviden de su grandeza sino que más bien se dediquen a cumplir sus mandamientos (v. 7).
Nos corresponde entonces, a nosotros que vamos adelante, ir dejando una huella indestructible en los corazones de nuestros hijos para que  la vayan traspasando a los suyos.  Somos los edificadores de nuestro hogar; fijémonos muy bien sobre las bases que estamos construyendo y estemos listos a ofrecer la sabiduría y el discernimiento que el Señor nos ha brindado, cada vez que los jóvenes se acerquen  a pedirnos consejo o ayuda.  Este ejemplo lo seguirán, y se cumplirá el deseo del Señor, de trasmitir el mensaje de salvación generación tras generación. 
Si hay algo que enternece es recordar la oración del Señor por los que habrían de llegar: “No ruego sólo por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos” (Juan 17:20).  Aquí, entramos también nosotros: el mensaje que dejemos a las generaciones futuras.

Amado Padre celestial: Te damos gracias por tenernos en cuenta como privilegiado y a la vez comisionados para transmitir el mensaje de salvación a nuestros sucesores de manera primordial, y testificar sobre todo tu poder para sacarnos adelante con brazo victorioso en el transcurso de nuestra vida.

Un abrazo y bendiciones.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

La iglesia es el cuerpo de Cristo que todos necesitamos



No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. 
Hebreos 10:25.


Lectura: Hebreos 10:1-25.  Versículo del día: Hebreos 10:25.

MEDITACIÓN DIARIA

La iglesia de Cristo es una sola; no es la de determinada denominación.  Tampoco viene a ser la estructura o edificio.  Eso se veía en el Antiguo Testamento, pero en el Nuevo vemos que el Señor Jesucristo con su muerte rompió el velo del templo, el que conducía al Lugar Santísimo, queriendo decir que todo el que se acerca a Él, puede tener una comunicación directa también con Él.  “Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo,  por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo” (vv.19-20 en la lectura).
La Palabra de Dios nos hace un llamado a no dejar de congregarnos porque Dios sabe que al hacerlo nos enfriamos.  Necesitamos del calor mutuo para proseguir y tomar nuevas fuerzas.  Tampoco Dios quiere que hagamos de las iglesias locales, el sitio de ‘reunión social’; el de solamente ir por mostrarnos o por cumplir un compromiso.  No podemos pensar que pasamos de una tradición para seguir en otra de la misma manera.  Eso no es lo que Dios desea que sea su iglesia; Dios quiere que seamos parte integral de ella y que si sufrimos o gozamos, todo el cuerpo sienta como miembro exactamente igual.  Estoy segura, que nos pasa con frecuencia llegar cargados una mañana a congregarnos, y ver cómo Dios nos habla exactamente sobre el tema a través del pastor o predicador.  Otras veces no es el pastor; es la alabanza misma que nos quebranta o el testimonio de un hermano o hermana.  Dios sabe como llegarnos y es experto en utilizar el medio o método exacto. 
Necesitamos esa comunión y la tenemos a disposición: aprovechémosla que será de gran beneficio no solo espiritual, sino físico y emocional. Aceptemos este llamado como la recomendación especial que nos hace el Señor para poder alimentarnos y crecer unidos como cuerpo de Cristo: “Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno individualmente un miembro de él” (1 Corintios 12:27 Recomiendo leer desde el versículo 12).   

Amado Señor: Gracias por la congregación donde nos has puesto.  Seguro que es la que necesitamos para aprender de Ti e ir edificándonos en tu Palabra.  No permitas que nos alejemos sino al contrario, que seamos parte activa de ella.  Te rogamos también, por todos los que ministran en esa misión  que les has concedido, para que los sostengas y cada día les des visión y discernimiento para dirigir a tu pueblo.

Un abrazo y bendiciones.

martes, 26 de noviembre de 2013

Toda tu creación es buena, agradable y perfecta




Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol;  trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno. 
Salmo 74:16-17.


Lectura: Salmo 74:1-23.  Versículos del día: Salmo 74:16-17.

MEDITACIÓN DIARIA

Todos los días le pertenecen al Señor estén nublados, fríos, calurosos, con tormentas, con tornados o huracanes.  El Salmo me hace reflexionar sobre mi inconformidad porque estos últimos días, aquí en mi ciudad, han sido de lluvias torrenciales al lado de un frío que cala los huesos.  Por supuesto mi queja ha sido un constante lamento al respecto.
La Biblia dice que “Éste es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él” (Salmo 118:24), o como dice la canción: “es el día que hizo el Señor; día de alegría y de gozo”.  Si lo hizo el Señor y es día de alegría y de gozo quiere decir que es bueno y no tenemos por qué renegar de él. Cada día lleva consigo un nuevo propósito, una nueva expectativa o ilusión y todos conducen a un mismo fin: plasmar en cada uno de ellos, la soberanía de su Creador. “Un día comparte al otro la noticia, una noche a la otra se lo hace saber” (Salmo 19:2).
Como conclusión: el universo entero proclama la obra de su Creador, y está sometida a su soberanía porque son obra de sus manos. Y no es solamente la luna, el sol, el verano y el invierno, sino toda su creación.

Amado Señor: Gracias porque eres el dueño absoluto de todo incluyendo los tiempos, y cada nuevo amanecer es un día de triunfo contigo, sin importar el clima que nos esté acompañando.  Enséñanos a verte ahí, y a regocijarnos a pesar de la lluvia, el frío, el calor o la nieve que nos caiga.

Un abrazo y bendiciones.